La épica histórica de Ken Follet y la lírica franciscana de Alejandro Roemmers.
El escritor Ken Follet, en el Teatro Infanta Isabel de Madrid, durante la presentación de ‘Una columna de fuego’ con algunos de los personajes de la novela. / J. M. Plaza.
Ken Follet es el autor de Los pilares de la Tierra, la novela más leída en España. Una obra que, visto su éxito, tuvo una continuación, presentada en Vitoria hace diez años de una manera solemne y memorable. Aún recordamos al autor con Un mundo sin fin bajo el brazo en la catedral, todavía en obras. Fue un espectáculo muy teatral. Ahora, para cerrar lo que se ha convertido en una vasta trilogía histórica, el autor galés eligió el veterano escenario del Teatro Infanta Isabel. ¿Habrá alguna razón o será un mero capricho? Eso es lo que nos preguntábamos el medio centenar de periodisrtas que aguardábamos la presentación de Una columna de fuego, número 1 de ventas nada más salir. El acto se retrasaba: ‘¿Tiene problemas para llegar?’, preguntamos, ingenuos. ‘No. El escritor llegó muy pronto. Lleva más de dos horas en el camerino’.
Tras la multitudinaria espera, Ken Follet apareció con su aire juvenil y su característica melena blanca. Muy sobrio y seguro sobre el escenario, empezó a leer en inglés un largo discurso, en donde hizo alusión a Ian Fleming y al placer que sentía al leer las historias de James Bond, algo que siempre ha querido trasmitir con sus novelas, por eso busca una ‘intensidad emocional’. A media que hablaba iban apareciendo en el escenario figuras disfrazadas, personajes históricos sacados de las páginas de Una columna de fuego, novela ambientada en el siglo XVI (el de Carlos V y Felipe II), una obra en la que España, dueña del mundo en aquella época, tiene un gran protagonismo. Al final, cuando ya estaban todos los personajes sobre el escenario, cayó un marco dorado, como si fuese un telón, para inmortalizar el gran fresco histórico que es su novela.
El poeta argentino Alejandro Roemmers, en el Círculo de Bellas Artes, junto a Alicia Mariño, Roberto Alifano y Luis Alberto de Cuenca. / J. M. Plaza.
Si para Ken Follet, la cultura tiene que llegar al corazón, la poesía de Alejandro Guillermo Roemmers lo consigue desde su primer latido. El autor argentino estuvo también hace diez años en España presentando su libro de poemas Como la arena, y desde entonces ha regresado con frecuencia para ofrecernos nuevos libros, o simplemente para ver a los amigos y pasear por Madrid, ciudad en cuya universidad estudió y donde se abrió a la poesía. No es de extrañar que nuestro país esté muy presente en sus versos. España en mí y otros poemas se titula precisamente su última antología, editada por Renacimiento, que se presentó en el Círculo de Bellas Artes a la misma hora en la que se inauguraba el LIBER, junto al libro Un poeta para el siglo XXI, volumen que recoge la trayectoria literaria de este escritor, empresario y mecenas cultural, preocupado por trasmitir un mensaje humanista en todo lo que toca. Ya declaró en su tiempo: ‘La poesía es un camino de perfección’.
Alejandro Roemmers firmando sus libros, tras la presentación. / J. M. Plaza.
En este libro, Alejandro Roemmers aparece junto al papa Francisco, antiguo amigo, en una imagen que es más que un adorno biográfico y nos remite a la esencia de su poesía y de su actitud ante la vida. Roemmers siempre ha sentido una gran admiración por Francisco de Asís, el santo de la sencillez y la humildad, sobre el que ha escrito un musical Frasciscus, de gran éxito en Buenos Aires y que probablemente se podrá ver en Madrid la próxima temporada. La otra gran referencia del poeta es Jesucristo, y su mensaje, que en cierto modo está presente en su novela El joven príncipe, un homenaje al libro de Saint-Exupéry, un principito ya crecido que se pierde en la inmensa extensión de la Patagonia, un libro traducido a decenas de lenguas, del que tal vez, si las fuerzas le acompañan, si sus muchos proyectos le dan un respiro, haga una segunda parte. Porque Alejandro Roemmers se siente feliz extendiendo su mensaje a los más jóvenes.
Pero volvamos a la poesía. A la presentación de España en mí, en un auditorio desbordado (hubo bastantes universitarios), en donde Luis Alberto de Cuenca ejerció de maestro de ceremonias, y la profesora Alicia Mariño analizó la obra de Roemmers, una poesía luminosa que indaga entre el misterio de la vida y de la muerte; y leyó de forma brillante un par de poemas, como suele hacer en Radio Nacional en su afán por divulgar la poesía. Roemmers, que se mueve entre el verso libre y las formas clásicas, sigue la tradición sonetista argentina que tiene en Lugones o Borges a dos de sus grandes maestros.
El nombre de Jorge Luis Borges, el autor hispánico más importante del siglo XX, estuvo muy presente en el Círculo de Bellas Artes, ya que entre los presentadores y el público se encontraban Alejandro Vaccaro, autor de una de las mejores biografías del autor de El aleph, y Roberto Alifano, el escritor que trabajó con el maestro ciego los últimos diez años de su vida, y con quien conversó abundantemente, como recoge en varios libros, entre ellos Borges y el humor. Tanto para Borges como para Roemmers España es más que una referencia, aunque su poesía sea muy distinta. La una nos lleva a la razón, la otra llega directamente al corazón. Alejandro Roemmers, que confesó que empezó a ser feliz cuando salió de sí y se volcó en los demás, intenta trasmitir un mensaje humanista y esperanzador, a pesar de las advesidades de la vida, y confiesa que se ha de ser el mismo (y uno mismo) en todas las situaciones. Ahí está la verdadera grandeza. Fernando Pessoa, disfrazado de Ricardo Reis, ya nos lo dijo: ‘Para ser grande sé entero. Nada / tuyo exageres o excluyas. / Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres / en lo mínimo que hagas… / Así la luna entera en cada lago / brilla, porque alta vive’.