
Poder viajar a Cremona y perderme por sus calles después de escribir El misterio del último Stradivarius, ha sido un auténtico placer. Al visitar este pequeño pueblo italiano bañado por el Po, con sus calles adoquinadas, plazas con iglesias y el duomo con un gran torrazzo, uno de los campanarios más altos de toda Europa, me transporté automáticamente a la vida de Antonio Stradivari tal y como la imaginé en mi novela.
Cremona, la ciudad donde el alma tiene forma de violín
Al aterrizar en Parma lo primero que notas es el aire cálido de la campiña y esos colores amarillentos y ocres que no dejan lugar a dudas: ya estás en Italia. Desde ahí, el viaje por carretera hasta Cremona es el momento perfecto para ir metiéndote poco a poco en el ambiente físico, y mental, del país.
Cremona es una ciudad pequeña, de unos 70.000 habitantes situada cerca de Milán. No es especialmente turística, y las visitas internacionales que reciben suelen ser excursiones de día de aficionados a la música clásica. Y es que en Cremona todo respira música.