El escritor argentino Alejandro G. Roemmers ofrece una historia musical en su última novela

El “protagonista definitivo” es el violín, dice Mario Vargas Llosa. Alejandro G. Roemmers (Buenos Aires, 1958) mantenía comunicación con el Nobel de Literatura, pero jamás imaginó que escribiría sobre su más reciente novela El misterio del último Stradivarius (Planeta).
“En cierto modo él es todos los personajes en cuyas manos cae y es también la serie impresionante de hechos dramáticos y por momentos cómicos o irónicos en los que este instrumento, al parecer con poderes especiales, se ve envuelto”, continúa el autor recientemente fallecido.
Roemmers construye una historia de aventuras, pero también un thriller, un relato musical y una especie de biografía. Va de Italia, en la Cremona del siglo XVI, donde el máximo lutier de la historia fabrica su última obra; a las afueras de Asunción, Paraguay, donde en pleno siglo XXI es asesinado otro lutier, ahora alemán, y su hija de 14 años, para robar los Stradivarius que poseen.
“Quise centrarme en el violín y empecé a averiguar un poco: es muy interesante toda la vida alrededor de Antonio Stradivari, cómo logra la perfección, su larga vida, las pruebas y ensayos que va haciendo, interactuando con los mejores músicos y compositores de la época”, cuenta.

Sobre todo poeta, Roemmers vuelca su pasión por la música, por los viajes y por la historia en el libro. El violín es el motivo, reconstruye un asesinato, a la manera de las mejores novelas negras, pero, sobre todo, lleva al lector a las invasiones napoleónicas, el nazismo, los totalitarismos y Sudamérica.
“Siendo el violín unos de los objetos más bellos, por su forma, su acabado y, sobre todo, por el sonido casi celestial que producen, se me ocurrió imaginar que el lutier cremonés fabricaba un último violín en el que vertía todos sus conocimientos, su pasión y su sabiduría, lo que resultaba en un instrumento excepcional, que motivaba la codicia y compasión de los hombres, los hacía enfrentarse y amigarse, y, por eso mismo, simbolizaba la eterna pugna entre la bondad y la maldad en este viaje”, señala Roemmers.
Por Luis Carlos Sánchez
EEZ