Alejandro Roemmers: “El dinero es energía, lo que importa es lo que hagas con él”
POR VALI SÁMANO FOTOGRAFÍA DE THOMAS CANET
El empresario, poeta y filántropo argentino Alejandro Roemmers, 62 años, en el Hotel Villamagna de Madrid.
Miembro de la segunda fortuna de Argentina, el empresario, escritor y filántropo Alejandro Roemmers recibirá en junio el premio Excelentia 2020. Amigo del Papa Francisco, estuvo a punto de ordenarse cura. Su libro inspirado en “El principito” ha vendido tres millones de ejemplares.
Alto, elegante, sonriente, a sus 62 años se dedica a disfrutar intensamente de sus grandes pasiones: el golf, que practica por todo el mundo; los automóviles -es conocida su colección de muscle cars-; la poesía… Al tiempo, su vida está marcada con un profundo compromiso social. Colabora activamente en fundaciones de desarrollo humanitario, atiende parroquias de barrio y es mecenas de múltiples artistas. Sus amigos se maravillan por su enorme capacidad de entrega, desde el jardinero de su casa al profesor que le enseñó a montar a caballo de niño o el director financiero de la empresa familiar, que administra junto a su padre y sus dos hermanos.
Empresa familiar que es una de las compañías más influyentes de la industria mundial del medicamento. Según el informe El mercado farmacéutico en Argentina, elaborado en 2019 por el Instituto de Comercio Exterior, Laboratorios Roemmers, fundada en 1921 por su abuelo, un emigrante alemán, es la primera farmacéutica de Argentina, con una facturación de 599 millones de dólares y un 10,4% de cuota de mercado. Referencias como el antihipertensivo Lotrial o los antibióticos Optamox y Amoxidal están entre las más vendidas en el país austral. Y su padre, Alberto Roemmers, está considerado a sus 93 años uno de los hombres más ricos de Argentina: la revista Forbes lo señala como el segundo, en el puesto 745 del mundo, con una fortuna de 2.400 millones de dólares.
Autor de un éxito editorial como El regreso del joven príncipe y productor audiovisual, no cabe duda de que Alejandro Guillermo Roemmers (Buenos Aires, 11 de febrero de 1958) es una combinación muy genuina de empresario, escritor y poeta capaz de desarrollar proyectos solidarios únicos con un don creativo infinito. Conoce España bien, ha vivido aquí de joven y conserva grandes amigos. Siempre que puede pasa días en Madrid y es en este último viaje cuando FS tuvo oportunidad de estar con él. Nos citamos en el Hotel Villamagna a la vuelta de una mañana de compras. Elige para hablar la terraza acristalada del lobby, sin importarle que haya curiosos o falta de intimidad. Reconoce haber tenido que lidiar con muchos prejuicios, sobre todo por haber nacido en una familia de gran poder económico. Transmite cercanía y empatía desde el primer instante. Hay verdad en él.
¿Se puede ser respetado como artista siendo tan rico?
Parece que la gente que goza de buena situación económica no puede tener sensibilidad o que eso les incapacita para escribir poemas. Yo escribo poesía para conmover y cuando hago lecturas siento que la gente se emociona al escucharme y eso, para mí, es más que suficiente. También creo que haber nacido en mi familia condiciona a la gente a la hora de juzgarme. Cuento con ello.
“El regreso del joven príncipe”, de Alejandro Roemmers, está disponible en Amazon desde 14 euros.
A punto de terminar una novela [“Vivir se escribe en presente”] y grabando una serie sobre San Francisco de Asís, parece un personaje renacentista. ¿Le alcanzará esta vida para cumplir con sus múltiples intereses y pasiones?
Aprovecho al máximo. Es difícil que pase más de una semana en un mismo lugar, por mis proyectos, mis aficiones o por puro placer. Hoy estoy en Madrid, mañana ni yo mismo lo sé bien.
¿Cómo se puede estar en lugares tan dispares en tan poco tiempo?
No vivo en un solo sitio. No estoy apegado a nada. Tengo tendencia a vivir en algunos lugares afines a mi cultura. Me encuentro bien en casi todos lados, quizá me sienta más extranjero en Asia por el idioma y sus costumbres. Y me encanta venir a España, tengo muchos amigos. Viví acá unos años en mi juventud y en verano siempre que puedo alquilo una casa en Ibiza.
Soltero y sin hijos, cada día en su vida es distinto, asegura. Y no exagera. Tras disfrutar de 15 inolvidables días montando a caballo en Patagonia, el día anterior a la entrevista había llegado desde el desierto de Marruecos, donde estuvo viendo localizaciones para la serie. Admite que no tiene horarios de nada, ni tampoco para escribir. Confiesa que El regreso del joven príncipe lo escribió en mes y medio. Si bien ha publicado otros títulos -de poesía-, fue aquel libro de apenas 150 páginas aparecido por primera vez en 2008 el que le puso en el mapa como escritor. Podría decirse que ha logrado coronar toda su filosofía de vida al publicar la inédita secuela de El principito contando incluso con la autorización de la familia Saint Exupéry. De él se han vendido tres millones de ejemplares en 32 idiomas, con la traducción al francés amadrinada por la actriz Catherine Deneuve. “Con que la historia transforme una sola vida me doy por satisfecho”, comenta él sobre este éxito.
Recuerda que leyó El principito con 10 años y se sintió absolutamente identificado con el personaje; lo releyó con 20 y tuvo la impresión de que debía continuarlo, y cuando cumplió 40 supo que estaba viviendo de forma mecánica y que tenía que cambiar. “Cuando uno cambia, el mundo cambia”, sentencia. “Mi libro”, afirma, “no es una continuación, sino que comparte el espíritu del personaje, el de la búsqueda universal de la fraternidad. Me encantaría que, al igual que en Argentina, el Ministerio de Educación francés lo recomendara entre sus estudiantes de Secundaria. Puede aportar mucho a los jóvenes”.
Fue mucho antes de este éxito, sin embargo, en pleno inicio de la adolescencia, con 14 años, cuando escribió su primer poema, Eternamente enamorado, que recita de memoria: “Amar a todos, a cada uno y a cualquiera. / No hay discriminación en mí, ni apego… Resume muy bien cómo soy yo. La última frase es fundamental”.
¿Siempre ha sido tan místico?
Reconozco esa faceta espiritual en mí desde una edad muy temprana. Desde niño yo me notaba que era distinto; siempre tuve un deseo de autosuperación enfocado a ser mejor persona. Me costó encontrar el camino. Incluso pensé en el sacerdocio.
¿Y qué fue lo que le frenó?
No me veía en una organización y dentro de esa relación tan estricta de obediencia. Visité los monasterios del Monte Athos, en Grecia, donde los monjes iban vestidos de negro, y los pregunté sin reparo: “¿Ustedes se bañan?”. “No, nunca, me respondieron”. En ese instante tuve claro que no podría estar ahí sin bañarse en ese mar azul cristalino.
Digamos que, de alguna forma, no cree en la espiritualidad como privación…
Es que en la religión cristiana hay obligación, y eso es un peso… Ni hablemos de la amenaza. Yo creo en una espiritualidad de la abundancia donde das felicidad y amor porque lo rebosas.
No esconde su buena relación con el Papa Francisco. ¿Se puede ser amigo de un Papa?
Sí se puede, ¿por qué no? Es un encanto, un hombre cercano y muy culto. Le gusta mi poesía, es una persona muy especial. Yo le tengo un profundo afecto.
La figura de San Francisco de Asís está presente en su forma de ver la vida y en sus creaciones, tanto literarias como audiovisuales. ¿Cómo surgió la idea de rodar una serie sobre su figura, “Resplandor en tinieblas”?
Surge a raíz del musical Franciscus que hice con el productor español José Luis Moreno. En el contexto histórico medieval donde se desarrolla había poco respeto a la vida; se mataba a los reyes, los papas negociaban con emperadores, acechaba la amenaza musulmana… El asunto era imponer la fuerza por encima de todo. Y ahí San Francisco vive amorosamente cada momento. Solo con ese gesto logra transformar el mundo. Eso es lo que me pareció realmente interesante. Y aunque suene exagerado, creo que el mundo empieza a entender que los problemas se deben resolver entre todos. Ya no basta que uno quiera. Hay que buscar grandes acuerdos. Creo en la hermandad universal. Todo es interdependiente.
En cierto modo, esa fraternidad impregnó la espectacular fiesta de su 60 cumpleaños, celebrada en 2018 en Marrakech y que dejó patente su generosidad y carisma. Todos los asistentes fueron invitados a vuelos, hotel -La Mamounia-, cenas, espectáculos de caballos, baile, fiestas de disfraces temáticas, una noche cowboy en el desierto, misa al aire libre, fuegos artificiales… Las mil y una noches, un evento sin precedentes donde no faltaron su familia ni amigos de infancia de todas las nacionalidades, algo grandioso que la prensa relató al detalle. Como broche, una de las noches actuó su amigo Ricky Martin.
¿Cómo se conocieron?
A Ricky le tengo un enorme aprecio. Le apoyé en la catástrofe del huracán que azotó Puerto Rico en 2017. Mi libro El regreso del joven príncipe le marcó. Digamos que le ayudó a salir del ropero, como quien dice, y ser auténtico. Mi abuela, con la que tuve una estrecha relación de niño, me recitaba un poema que para mí significa mucho: “No ocultes tu verdad porque haga daño, / ni evites el dolor que esté en tu vida. / Entrega lo que tengas. / No pases por la vida, sin dejar nada de ti. / No engañes jamás porque cada engaño deja marca…”
Si pudiera diseñar una medicina, ¿cuál sería?
Sin duda, una pastilla que diera la felicidad. ¡Crearía una píldora mucho mejor que el Prozac!
Ese afán, hacer la vida más feliz a los demás, está detrás de otra de las iniciativas que impulsa, centrada en la economía de autosuficiencia. Roemmers ha financiado en la provincia de Jujuy (en el norte de Argentina) en el pueblo de San Francisco el proyecto Economía Empoderativa, que consiste en enseñarles oficios para que sean autónomos… Un total de 400 habitantes participan en proyectos generadores de riqueza económica y social y respetuosos con el medio ambiente. “Solo acepté cuando estuve seguro de que la mayoría estaban dispuestos a hacer un esfuerzo. Han empezado de cero. Todo lo damos gratuitamente y les pertenece a ellos, a la comunidad. No hay una empresa de por medio, generan sus recursos… No cuestan al Estado y han ganado dignidad. El dinero es energía. Lo que importa es lo que haces con él”, explica.
Desde luego, vive usted intensamente…
Tengo claro que cada día puede ser el último y por eso hay que reconocer la grandeza de lo pequeño, de cualquier detalle. Yo quisiera morirme rodeado de amor y lleno de amor. Estoy preparado.
¿Y no siente la necesidad de tener hijos propios?
¡Tengo más de 10 ahijados!, y varios sobrinos a los que quiero mucho… Mis hijos son mis palabras. Además de mi familia, tengo un grupo de unos 40 amigos con los que comparto mi vida y que me acompañan siempre que pueden en todos mis grandes momentos. Quiero ser yo mismo todo el tiempo y la amistad me da eso.