Horacio Lavandera, Pianista.

Horacio Lavandera tiene que recurrir a la memoria de su papá, José María, para contar que a los dos años pedía una y otra vez escuchar los discos de la Electric Band de Chick Corea. A los cuatro, pretendía tocar el contrabajo, pero lo convencieron de que su estatura no se iba a llevar bien con ese instrumento y optó por el piano.

Recién a los siete su familia consiguió uno prestado y comenzó a estudiar. George Gershwin lo deslumbró a los ocho años. A los 13, ingresó al mundo de la música contemporánea de la mano de los Tres Extractos de Wozzeck, de Alban Berg.

Nacido en el seno de una familia de músicos su historia es la de un niño prodigio.

A los 16 resultó vencedor del 111 Concurso Internacional de Piano Umberto Micheli, en La Scala de Milán. También recibió el Premio Especial de la Orquesta Filarmónica de La Scala “Mejor Intérprete de Piano y Orquesta”. Su primer disco, “Debut”, fue editado en 2000 por el sello Testigo Recordings, e incluye obras de Mozart, Chopin, Berg y Ginastera. Fue seleccionado en las Master Class de Maurizio Pollini durante el Festival de Lucerna

2004.

Recibió el Premio “El Primer Palau 2004” por su interpretación de “Noches de los Jardines de España”, de Manuel de Falla. También obtuvo el Primer Premio en el V Concurso Bienal Juvenil de Festivales Musicales de Buenos Aires {1999), Revelación en Música Clásica Clarín a las Artes y el Espectáculo – {2002). Luego de presentarse en los

Festivales Musicales Buenos Aires 2005, tocaría en España, en el Wigmore Hall de Londres, en el Musikverein, en Viena, y en el Auditorio de Radio France, en París. Al año siguiente, concretaría una nueva gira por Japón, mientras trabaja en la edición de su segundo trabajo discográfico.

Hoy, a los 20, se revela como un reflexivo analista de la realidad musical y desde Hace casi dos años decidió radicarse en Europa para continuar su carrera. A través de una Beca de Juventudes Musicales de Madrid y del gobierno español, se instaló en Madrid a fines de 2003, desde donde consolida su presente despejándose -a fuerza de trabajo- de su estigma de “niño prodigio”.

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