Viajar a Cremona tras las huellas de Stradivari

Poder viajar a Cremona y perderme por sus calles después de escribir El misterio del último Stradivarius, ha sido un auténtico placer. Al visitar este pequeño pueblo italiano bañado por el Po, con sus calles adoquinadas, plazas con iglesias y el duomo con un gran torrazzo, uno de los campanarios más altos de toda Europa, me transporté automáticamente a la vida de Antonio Stradivari tal y como la imaginé en mi novela.

Cremona, la ciudad donde el alma tiene forma de violín

Al aterrizar en Parma lo primero que notas es el aire cálido de la campiña y esos colores amarillentos y ocres que no dejan lugar a dudas: ya estás en Italia. Desde ahí, el viaje por carretera hasta Cremona es el momento perfecto para ir metiéndote poco a poco en el ambiente físico, y mental, del país.

Cremona es una ciudad pequeña, de unos 70.000 habitantes situada cerca de Milán. No es especialmente turística, y las visitas internacionales que reciben suelen ser excursiones de día de aficionados a la música clásica. Y es que en Cremona todo respira música.

 

La Casa Museo de Antonio Stradivari, donde nació la leyenda

Ubicada en pleno corazón de Cremona, la Casa Museo de Antonio Stradivari es uno de los mejores espacios para entender no solo al lutier, sino también el contexto en el que surgió su genialidad.

La visita permite comprender que el legado de Stradivari no nació de una inspiración divina súbita, sino de un trabajo constante y metódico. Stradivari trabajó como un científico del sonido, obsesionado por la precisión y la mejora constante de sus diseños, y esta casa taller fue el epicentro de esa búsqueda, donde se forjaron los famosos violines que siglos después siguen dando la vuelta al mundo. 

Afortunadamente, esta tradición no ha muerto. Los jóvenes aprendices, bajo la supervisión del maestro Fabrizio von Arx, desarrollan un meticuloso proceso artesanal para crear nuevos instrumentos siguiendo los bocetos originales de Stradivari. Verlos trabajar, oler la madera y el barniz, escucharlos hablar de los instrumentos con tanta pasión se traslada a esos encuentros entre Stradivari y su hijo mientras imaginaban el violín perfecto. 

La visita culminó en uno de los momentos más emocionantes del viaje: el violinista von Arx, napolitano como imaginé en la novela, tocando el Stradivarius de 1720 que tienen expuesto; un ejemplar que bautizaron como “Ángel”, igual que yo a mi protagonista sin saberlo. Una serie de casualidades que solo pueden ocurrir en la vida real.

La Escuela Internacional de Lutería: una herencia que sigue viva

La tradición de fabricación de violines en Cremona ya era motivo de orgullo y tradición a comienzos del siglo XX. Por eso, en 1938 se fundó la Escuela Internacional de Lutería, y aún sigue en pleno funcionamiento. Un centro educativo al que acuden alumnos de toda Italia, y del mundo, a preservar y renovar la tradición que hizo célebres a nombre como Stradivari, Guarneri o Amati.

La enseñanza sigue los principios clásicos, muchos de ellos directamente heredados de los métodos de Stradivari, pero también incorpora nuevas tecnologías y estudios acústicos contemporáneos.

Desde luego, esta escuela representa una rara excepción: un lugar donde se sigue formando a mano, pieza por pieza cada instrumento, con la misma exigencia y dedicación de hace 300 años. Lejos de convertirse en un museo vivo, la escuela actúa como un motor creativo que mantiene a Cremona como epicentro mundial de la lutería.

El Museo del Violín: joyas de la música

Después de empaparte con la historia del Stradivari y el proceso de fabricación de los instrumentos de cuerdas, es imprescindible parar en el Museo del Violín. Ahí se encuentran varios de los ejemplares más antiguos, y bellos, del mundo. Entre sus piezas destaca el famoso “Il Cremonese”, un Stradivarius de 1715 considerado uno de los mejores conservados del planeta.

Inaugurado en 2013, es un espacio moderno y exquisitamente diseñado que custodia una de las colecciones más valiosas de instrumentos de cuerda del mundo. Es un homenaje a todos los lutiers que han convertido a Cremona en la cuna de la música artesanal, y, sobre todo a Stradivari, pues si algo he aprendido en este viaje es que no es casual que se haya considerado a este magnífico lutier como uno de los mayores genios artesanos de la historia europea.

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Viajar a Cremona tras las huellas de Stradivari

Poder viajar a Cremona y perderme por sus calles después de escribir El misterio del último Stradivarius, ha sido un auténtico placer. Al visitar este pequeño pueblo italiano bañado por el Po, con sus calles adoquinadas, plazas con iglesias y el duomo con un gran torrazzo, uno de los campanarios más altos de toda Europa, me transporté automáticamente a la vida de Antonio Stradivari tal y como la imaginé en mi novela.

Cremona, la ciudad donde el alma tiene forma de violín

Al aterrizar en Parma lo primero que notas es el aire cálido de la campiña y esos colores amarillentos y ocres que no dejan lugar a dudas: ya estás en Italia. Desde ahí, el viaje por carretera hasta Cremona es el momento perfecto para ir metiéndote poco a poco en el ambiente físico, y mental, del país.

Cremona es una ciudad pequeña, de unos 70.000 habitantes situada cerca de Milán. No es especialmente turística, y las visitas internacionales que reciben suelen ser excursiones de día de aficionados a la música clásica. Y es que en Cremona todo respira música.

 

La Casa Museo de Antonio Stradivari, donde nació la leyenda

Ubicada en pleno corazón de Cremona, la Casa Museo de Antonio Stradivari es uno de los mejores espacios para entender no solo al lutier, sino también el contexto en el que surgió su genialidad.

La visita permite comprender que el legado de Stradivari no nació de una inspiración divina súbita, sino de un trabajo constante y metódico. Stradivari trabajó como un científico del sonido, obsesionado por la precisión y la mejora constante de sus diseños, y esta casa taller fue el epicentro de esa búsqueda, donde se forjaron los famosos violines que siglos después siguen dando la vuelta al mundo. 

Afortunadamente, esta tradición no ha muerto. Los jóvenes aprendices, bajo la supervisión del maestro Fabrizio von Arx, desarrollan un meticuloso proceso artesanal para crear nuevos instrumentos siguiendo los bocetos originales de Stradivari. Verlos trabajar, oler la madera y el barniz, escucharlos hablar de los instrumentos con tanta pasión se traslada a esos encuentros entre Stradivari y su hijo mientras imaginaban el violín perfecto. 

La visita culminó en uno de los momentos más emocionantes del viaje: el violinista von Arx, napolitano como imaginé en la novela, tocando el Stradivarius de 1720 que tienen expuesto; un ejemplar que bautizaron como “Ángel”, igual que yo a mi protagonista sin saberlo. Una serie de casualidades que solo pueden ocurrir en la vida real.

La Escuela Internacional de Lutería: una herencia que sigue viva

La tradición de fabricación de violines en Cremona ya era motivo de orgullo y tradición a comienzos del siglo XX. Por eso, en 1938 se fundó la Escuela Internacional de Lutería, y aún sigue en pleno funcionamiento. Un centro educativo al que acuden alumnos de toda Italia, y del mundo, a preservar y renovar la tradición que hizo célebres a nombre como Stradivari, Guarneri o Amati.

La enseñanza sigue los principios clásicos, muchos de ellos directamente heredados de los métodos de Stradivari, pero también incorpora nuevas tecnologías y estudios acústicos contemporáneos.

Desde luego, esta escuela representa una rara excepción: un lugar donde se sigue formando a mano, pieza por pieza cada instrumento, con la misma exigencia y dedicación de hace 300 años. Lejos de convertirse en un museo vivo, la escuela actúa como un motor creativo que mantiene a Cremona como epicentro mundial de la lutería.

El Museo del Violín: joyas de la música

Después de empaparte con la historia del Stradivari y el proceso de fabricación de los instrumentos de cuerdas, es imprescindible parar en el Museo del Violín. Ahí se encuentran varios de los ejemplares más antiguos, y bellos, del mundo. Entre sus piezas destaca el famoso “Il Cremonese”, un Stradivarius de 1715 considerado uno de los mejores conservados del planeta.

Inaugurado en 2013, es un espacio moderno y exquisitamente diseñado que custodia una de las colecciones más valiosas de instrumentos de cuerda del mundo. Es un homenaje a todos los lutiers que han convertido a Cremona en la cuna de la música artesanal, y, sobre todo a Stradivari, pues si algo he aprendido en este viaje es que no es casual que se haya considerado a este magnífico lutier como uno de los mayores genios artesanos de la historia europea.

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