“Adquirí toda esa obra de Borges para ponerla a disposición de los argentinos” – PERFIL

Es el nieto del fundador de los laboratorios Roemmers, y si bien se dedicó por un tiempo a los negocios familiares, a los 45 años decidió ceder sus acciones para dedicarse de lleno a la actividad que desde chico lo apasiona: la escritura. A los 13 años le leyó a Borges un poema suyo, en 2022 presentó su segunda novela en la Feria del Libro, junto a Mario Vargas Llosa. Es filántropo y apoya a talentos sin juzgar el mérito.

—¿Cómo empezaste con la escritura, qué fue lo que te empujó y cómo te formaste?

—Fue la emoción lo que me hizo escribir, me acuerdo bien, porque era la última tarde de unas vacaciones de invierno en la sierra de Córdoba, y sentí una gran tristeza por irme de ese lugar. Siempre sentí un gran atractivo por la montaña, los bosques. Además, andaba a caballo, tenía 8 años, pero ya podía salir solo. Me iba con el caballo, a veces bordeando el río, lejos. Entonces al volver al colegio, me sentía mucho más encerrado en la casa de mis padres que en ese lugar. Mi caballo era mi medio de transporte propio, y entonces sentí una necesidad de volcar esa tristeza, esa emoción, y escribí el primer poema. Empezó con la poesía, fue lo que escribí hasta que recién a mediados del 99, escribí el primer libro de prosa que es El regreso del joven príncipe.

—Tu primer poema fue publicado a los 14 años bajo el título “Eternamente enamorado”, y contás que hasta el día de hoy te sigue definiendo, ¿hacia quién es ese amor?

—Es un amor hacia la vida, hacia todas las personas, porque en el segundo verso dice “amar a cada uno, a todos y a cualquiera, como la lluvia generosa y ciega que cae sobre los techos y los campos”. No es un amor hacia una persona, una relación de pareja, el típico amor de atracción hacia alguien, sino que es un amor de dar, brindarse, de ponerse al servicio de los demás, de ayudar, básicamente. 

—¿Qué te hizo pasar de la poesía a la novela?

—Estábamos en la Fundación Argentina para la Poesía y una señora siempre me decía que le gustaba cómo yo contaba siempre anécdotas, historias y que tenía que escribir novelas. Yo siempre decía que la novela requiere mucha disciplina, tiempo, estar un poco quieto en algún lugar. Con tantos viajes, me era muy difícil, más por mi trabajo en la empresa en ese momento, la poesía era lo único que en las madrugadas, en un avión o esperando en un aeropuerto, podía escribir. Pero siempre me insistió y la verdad es que mi primera novela para mí fue una especie de relato de mi aprendizaje espiritual, que es El regreso del joven príncipe. Si bien técnicamente es una pequeña novela, para mí fue más responder a un pedido de muchas personas que siempre me pedían: “Decinos cómo hiciste para pasar de ser una persona que vos decís que era un poco melancólica, a ser una persona con tanta energía, tan dinámico, se te ve tan alegre y feliz, ¿cómo fue eso?”. Por otra parte, también muchas personas decían que es raro ver un empresario que sea tan afectuoso, siempre compartiendo con sus amigos, que no haga distinción en las personas, relacionarse con personas de situación social similar, sino que realmente nunca discriminé en ningún sentido, ni por pensamiento, religión, raza, ni nada. Les llamaban la atención algunas cosas, y siempre me pedían que escribiera algún libro. El resultado de eso fue El regreso del joven príncipe, donde aproveché de alguna manera a hacer algo también traía de chico, y era cómo responderle a Saint-Exupéry cuando al final de su libro El Principito, pide que alguien le escriba, que alguien le conteste. Siempre sentí que yo era esa persona que tenía que contestarle, lo sentí de chico, pero me llevó muchos años estar en condiciones de responderle. 

—Mencionabas los años en que todavía te dedicabas a la empresa, ¿te dejó enseñanzas la tarea de empresario para la literatura? ¿Hay un punto de contacto entre una profesión y otra? 

—Es difícil decir eso. Todas las experiencias en la vida, cuanto más variadas son, por ejemplo para escribir una novela, eso ayuda. Y conocer todo tipo de personas, porque uno se tiene que poner en la piel de los distintos personajes, y creo que ayuda mucho conocer personas que piensen diferente. Siempre me pareció muy interesante no estar rodeado de personas que piensen igual que yo, porque todos estaríamos de acuerdo mayoritariamente, me gustan las personas que cuestionan, que tengan otras formas de razonar, que estén dispuestas a hablar tranquilamente, sin que ninguno forzosamente tenga que tener razón. Pero, cuando se puede dialogar y comparar, me parece muy enriquecedor estar rodeado de personas que tengan puntos de vista muy diferentes, experiencias de vida muy diferentes, y es mi caso. Me relaciono con todo tipo de personas en muchos países, y eso da matices y da variedad también a la experiencia de una vida.

“No es un amor hacia una persona, el típico amor de atracción hacia alguien, sino que es un amor de ponerse al servicio de los demás, de ayudar”

—Esta idea de amar a todos, a cada uno, a cualquiera, tiene contacto con San Francisco de Asís, que entiendo has estudiado bastante bien, y tu relación con el Papa, ¿qué significan el Papa y San Francisco de Asís para vos?

—Hay un punto de contacto. De hecho, de chico tenía una vocación religiosa, por momentos monástica y me gusta mucho el estar en la naturaleza, en lugares más solitarios. No soy tan amante de vivir en las ciudades, y me hace muy bien. Me resulta muy sanadora la vida en la naturaleza, creo que eso lo comparto mucho con Francisco de Asís. Sobre todo la amistad, el compañerismo, el tratar de hacer un grupo donde la vida se comparta con amistad. Que hayamos tenido un papa en Argentina y que haya elegido el nombre de Francisco me resultó una gran alegría. También, su sencillez, su espíritu, es una persona admirada por el mundo. A veces parecería más admirada afuera que por nosotros mismos, pero es alguien que le ha dado a la Iglesia una apertura importante, de abrirla realmente a todos, que sea una Iglesia sencilla, humilde y capaz de recibir a todas las personas. 

—¿Le enviaste tu obra “Franciscus” al Papa? Contanos la relación con él.

—Nos hemos visto en distintas oportunidades. Tenía una relación con mi padre, y conmigo era más epistolar. Le mandaba algunos poemas o sobre todo los libros de poemas que yo iba dedicando, y como a él le gusta mucho la literatura, creo que ha sido profesor incluso de literatura. Me respondía, siempre muy amable y manuscrito, como hasta el día de hoy. Es una persona realmente muy cálida, por lo menos en esta relación conmigo. Le envié distintas cosas, el musical también. Franciscus fue algo que hice pensando en él también, en su visita a la Argentina, que la gente pudiera estar imbuida en ese espíritu franciscano, preparándose para su visita, que hasta hoy lamentablemente no se pudo concretar, esperemos que sí en algún futuro cercano. Pero siempre fue muy amable en todos sus comentarios, de hecho me invitó a dar una charla en el Salón de los Sínodos, en el Vaticano. Hace unos años di una charla ahí junto al padre Jorge Bender, también un franciscano que está haciendo una obra muy importante en África, así que creo que tenemos una relación de mutuo afecto y cariño. De mi parte, también admiración hacia todo lo que él ha logrado, los cambios que ha propuesto dentro de la Iglesia, que siempre es algo muy complejo. 

“Que hayamos tenido un papa en Argentina y haya elegido el nombre de Francisco me resultó una gran alegría”

—Tu padre murió el año pasado, ¿cómo era tu relación con él, qué pensó el día que dijiste que querías dejar la empresa familiar para dedicarte a la escritura y cómo fue su despedida?

—La relación con mi padre fue cambiando en el tiempo, de chico lo percibía como una persona muy rígida, su origen alemán y también estuvo en el Colegio Militar, así que éramos un poco diferentes porque yo era más atraído hacia lo artístico, lo filosófico, me gustaba el piano, pero también todo lo que tuviera que ver con el arte. Sin embargo, al final me decido a estudiar administración de empresas, a entrar en la empresa familiar. Eso le dio una gran alegría, y a partir de ahí empezamos a compartir. El tema de la empresa fue, de alguna manera, el hobby de su vida y pude darle alegrías logrando hacer crecer el negocio familiar, después, de a poco, él también fue tomando contacto con esa otra parte mía y venía a los recitales poéticos, a las presentaciones, charlas que yo daba. Se hacía un tiempo para venir, incluso viajar, a veces para asistir, como fue cuando me tocó hablar en la Universidad de Salamanca, que me distinguieron como una personalidad de la cultura y entonces compartí también esos momentos con él. Sentí un gran agradecimiento y mucha inspiración de parte de él hacia mí. Los últimos años de su vida lo hizo notar en todas las formas, y tuvimos una muy linda despedida de muchos años con él, como que ambos estábamos muy felices y en paz de la relación que tuvimos. 

“Cada poema mío es como un hijo y cada libro de poemas, más. Es el legado de una vida lo que me gustaría dejar, más que un hijo criado por mí”

—No tuviste hijos, tampoco te casaste, ¿sentís que te queda algo pendiente en ese sentido?

—La verdad que no, por varios motivos. Siempre decía que mis hijos son mis obras y pensaba justamente en las obras literarias. Cada poema mío es como un hijo y cada libro de poemas, más. Después empecé a tener sobrinos, dos de ellos son ahijados míos y muchos ahijados. Me parece que me transformé en una especie de padrino predilecto de muchos amigos, así que tengo muchos ahijados. Entonces, por un lado, viví rodeado de chicos y de gente de distintas edades, de joven, lo cual es muy bueno porque también en la diversidad y la variedad de formas de pensar de distintas generaciones. Pienso que es más el legado de una vida lo que me gustaría dejar, que no un hijo criado por mí, que se me haría difícil por la cantidad de cosas que me gusta emprender. 

—“Morir lo necesario” es el título de tu última novela, ¿qué significa “lo necesario”?

—Tiene que ver con un poema que escribí, dice que si uno da todo de sí mismo en esta vida, en este mundo, la parte de uno que muere es muy poca, porque todo lo demás lo ha dejado acá, lo ha dejado en sus obras o en sus hijos, en su familia. Todo lo que uno brindó de sí mismo en todos los aspectos va a permanecer, y la parte que queda para morir es como lo mínimo indispensable. Y tiene que ver con eso. Cuando uno muere después de haber dado mucho o de haberlo dado todo, es una muerte pequeña porque queda muy poco de uno para llegar hasta la tumba. Todo lo demás se ha entregado y se ha dado en vida. 

—En la presentación de tu último libro hablaste sobre el bullying y las consecuencias que tiene en el tiempo para la persona que lo padeció, ¿hay algo autorreferencial en esa cita?

—Algo hay. Todo el colegio secundario, no fue una cosa fuerte ni intensa, pero sí lo sentía un poco porque se daban varias cosas que lo hacían posible. Por eso también entiendo, me hacían un poquito diferente. Por un lado en mi casa no teníamos televisión, entonces también se me hacía difícil comentar de programas o cosas que hablaban mis compañeros, que habían visto el día anterior. Por otra parte, en esa época leía mucho y no era común que mis compañeros leyeran, con lo cual tampoco tenía con quién comentar todo eso de poesía ni de muchas cosas que leía. Después, se daba el caso de que mi familia tenía una situación económica muy buena, y a veces aprovechaba que me acerque el chofer familiar al colegio y eso también producía en los que venían en transporte público… aunque yo también lo usaba. Éramos dos compañeros, otro amigo, José Luis y yo, con los mejores promedios del curso, teníamos prácticamente 10 absoluto en todas las materias y eso también produce esa cosa. Pero con el tiempo, en algún reencuentro que hemos tenido, la verdad es que nos dimos muy lindos abrazos con un par de compañeros que eran los que a veces me hacían algunas bromas así, y pudimos cerrar eso también, con mutuo entendimiento. Fue muy lindo, muy emotivo y muy bueno.

—No sé si recordás aquella frase que se dice mucho en Estados Unidos, “cuidado con los nerds, que van a ser tu jefe”.

—Sí, algo de eso hay. 

—¿Toda tu escritura es autorreferencial?

—No toda, pero hasta ahora mayoritariamente sí. Salvo las dos últimas novelas, donde en una simplemente conté una historia que vino a mi cabeza al despertarme, no es algo propio, después al escribirla mejor algo habré agregado, pero en realidad es una historia que simplemente vino y que no la pensé. Después en la última novela, Morir lo necesario, partí de hechos reales pero ocurridos a una persona cercana, no son cosas que me ocurrieron a mí, tampoco es concretamente personal, pero sí hechos cercanos. Y en cuanto a los poemas en general, tienen mucho que ver con alguna emoción, algo que me ocurrió y de alguna manera lo guardé para escribirlo en algún momento.

—¿Qué te pasó cuando hace unos años el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores sugirió proponerte para el Premio Nobel de Literatura?

—Me pareció lindo, interesante, que él valorara mi escritura. De hecho, soy un caso un poco atípico porque fui distinguido por la Sociedad Argentina de Escritores en dos géneros diferentes, por un libro de poemas y también por una novela. A su vez también he escrito para el teatro, y estoy colaborando con guiones para películas y series. Por lo cual, por lo menos tengo un espectro amplio de escritura, he hecho ensayos, he dado charlas. En el colegio secundario me elegían para hablar ante todo el colegio, una vez al año un alumno lo hacía en representación de los alumnos y dos veces me tocó hablar. Por lo cual creo que de alguna manera, la palabra o la escritura fue algo que estuvo en mi vida, a pesar de que después tuve también una labor empresarial. Nunca fui de presentarme a premios en general, nunca quise sacar oportunidades a las personas que requieren de esos premios para poder vender sus obras, a veces hay una dotación económica que les puede servir. Por lo tanto en general me abstuve. Pero siempre es lindo que alguien diga que es una obra que podría tener un reconocimiento. De hecho, en España mi poesía tuvo muchos reconocimientos.

“Siempre me pareció muy interesante no estar rodeado de personas que piensen igual que yo”

—Te citan como el “poeta de la esperanza” y “poeta del amor”, ¿te identifica realmente esa definición?

—Sí, las dos. El amor porque es lo único que es real y que hace que este mundo valga la pena, todo el amor en sentido amplio, amor por lo que uno hace, amor por todas las personas, incluso por el planeta, por todas las criaturas vivientes. Creo que es la energía más pura que alienta al universo, y es el sentido de mi vida. Después la esperanza, porque soy una persona de fe. He tenido distintas ocurrencias en mi vida que de alguna manera alimentaron esa fe. Entonces hablo con una convicción desde mi ser, que no es por ninguna creencia, convencimiento exterior, sino que por experiencia propia que he tenido en mi búsqueda mística, de Dios, y que me han dado esa confianza grande.

“De chico tenía una vocación religiosa, por momentos monástica. Fue la emoción lo que me hizo escribir”

—Además de ser uno de los mayores coleccionistas de obras de Borges, sos su admirador fanático, coleccionaste 6 mil volúmenes de sus obras. Y tuviste un encuentro con él cuando tenías 13 años, cuando pudiste leerle un poema tuyo, ¿cómo te marcó ese encuentro y la relación posterior con él?

—Para serte franco, cuando me encontré con él a los 13 años, compartimos una tarde en su casa y yo prácticamente no conocía nada de la obra de Borges, así que fue nada más que por el nombre de él, un amigo me lo ofreció y era como un ser reverencial dentro de la literatura, me pareció interesante conocerlo. Llevé algunas cosas escritas por mí que tenía en esa época, se las leí. Lo curioso fue que a partir de lo que yo leía, él lo asociaba con distintas cosas literarias, y se ponía de vuelta a recitar poemas, varios en inglés, pero yo, a pesar de hablar un poco inglés, no estaba para seguir ese tipo de poemas. Alguna otra cosa en castellano, pero me quedó una sensación agradable de que pude compartir lo que escribía, él me alentó a continuar. De alguna manera también sentí la pasión de él por la literatura que hizo su vida de eso. Sentí cuánta belleza se puede crear con las palabras, me entusiasmó a poder seguir escribiendo. Pero no mucho más que eso, porque no podía entablar ninguna conversación muy profunda, ni sobre literatura ni sobre la obra de él. Después, no diría que soy el admirador más ferviente de Borges. Hay mucha gente que lo conoce mucho mejor, ha estudiado su obra mucho mejor que yo, que la conozco un poco, nada más. Con lo poco que conozco y lo que he escuchado, sí he llegado a comprender, y estoy convencido, de que es uno de los escritores más importantes de toda la literatura universal, y en especial de la literatura castellana. Es uno de los argentinos más notables, sin duda. Me daba pena, por un lado, que sus escritos originales se fueran del país y quedaran todos en manos privadas del exterior, a veces en alguna universidad donde tal vez se pueda consultar, pero muchas veces no, se perdía el rastro de eso. Y yo tenía muchas ganas de que la Argentina hiciera realmente un homenaje o un reconocimiento a alguien tan trascendente. Pasarán los siglos, se olvidarán de muchas otras personalidades que hoy nos parecen relevantes en la Argentina, y sin embargo, probablemente Borges cada vez sea más recordado y sea uno de los argentinos más notables en la historia. Me parecía que no se le había rendido el justo homenaje en Argentina y con un museo que fuera no solo un atractivo turístico, sino que fuera un lugar de mantener viva su obra, que hubiera toda una agenda cultural con permanentes charlas, ponencias, que vinieran autores de todo nuestro país, pero también del exterior, a hablar de distintas obras o aspectos de la obra de Borges, que se hicieran debates. Un espacio cultural, no solo un lugar para observar manuscritos, fotos y demás, sino que fuera un lugar para mantener viva esa literatura. Su viuda no lo hizo, no logró tener esa apertura para convocar este tipo de lugar. Tenía simplemente algunos materiales en un lugar pequeño donde iba muy poca gente. En cambio, mi idea era que fuera algo abierto a los estudiantes, que pudieran ir, que se armara como se hace hoy con las tecnologías, unos diálogos interactivos donde se pudiera con inteligencia artificial o recrear la imagen de él contestando preguntas que se le pudieran hacer. Tenemos muchas ideas de cosas que se podían hacer. La idea era encontrar un espacio físico. Siempre entendí que tenía que ser o el Gobierno de la Ciudad o el gobierno nacional el que tenía que poner a disposición ese espacio físico si yo donaba todo el material que fui coleccionando. En este momento, se están realizando tareas para acondicionar lo que era la antigua Biblioteca Nacional, donde Borges estuvo creo que 17 años, mucho tiempo, por lo cual de alguna manera su espíritu habita por ahí, está por ahí. Preparar para que allí se pueda armar algo que sea realmente atractivo, una muestra viva que lo tenga presente a Borges, no como letra muerta, sino como algo actual donde se pueda interactuar de alguna manera.

 

—La Biblioteca Nacional de la calle México se estaba restaurando para este fin y va avanzando, cuando Alberto Fernández asumió, quisiste donar al Estado la colección privada que tenés de 6 mil volúmenes y manuscritos para crear el Museo Borges, pero en aquel momento María Kodama se opuso. Incluso dijo que algunos materiales pueden haber sido adquiridos de manera no legal, ahora que ella ya no está, ¿tenés expectativa de que esto se concrete y a qué atribuís la actitud de ella?

—La actitud de ella no impedía absolutamente nada, porque era absolutamente incorrecto lo que dijo. De hecho, le ofrecí que si había algo que yo tuviera, que ella pensaba que le correspondía, le pertenecía, que me lo dijera, y nunca me llamó ni hubo nadie que se presentara a reclamar nada. Creo que a veces hay un poco de celos de no ser protagonista, pero le ofrecí todas las posibilidades. De hecho, tuvimos una cena la noche antes de que yo hiciera ese ofrecimiento, le comenté lo que pensaba hacer, la invité a que me acompañe, a que fuera, si se hacía un museo, la presidenta honoraria. En fin, le di todas las posibilidades de participación posibles y ella me dijo que no confiaba en Argentina, que claramente las cosas se perdían o se robaban y que quería dejar lo que ella tuviera a una universidad en Estados Unidos y a otra universidad en Japón. Por eso me asombró mucho a su muerte que no hubiera un testamento de ella disponiendo eso, porque me habló concretamente que su deseo era ese. Se ve que no lo llegó a escribir, ella no quería donarlo, sino que a lo mejor hasta estaba pensando en venderlo a estas universidades. Por eso me presenté, pero soy dueño legítimo y todo lo que tengo fue adquirido y podría donarlo perfectamente. De ninguna manera ella podía oponerse a nada. El hecho de que no se haya concretado no tiene ninguna relación con la señora Kodama, sino con el gobierno nacional, cuando al poco tiempo surge la pandemia quedó inmerso en otras prioridades. Y el tema cultural a veces es lo que sufre cuando hay problemas de otro tipo, en este caso un problema grave de salud, luego a lo mejor problemas económicos o lo que sea, y finalmente esto no se concretó, pero está la posibilidad de concretarlo en cualquier momento. Es un tema de voluntad política, porque el lugar prácticamente está, es muy poco el tiempo o las obras que harían falta para completarlo. Espero que en un próximo gobierno, ya sea de la Ciudad o de la Nación, lo podamos hacer una realidad, porque simplemente adquirí toda esa obra de Borges para ponerlo a disposición de todos los argentinos. 

“Me resulta muy sanadora la vida en la naturaleza, creo que eso lo comparto mucho con Francisco de Asís”

—¿El viejo edificio depende del Gobierno de la Ciudad o depende del Ministerio de Cultura nacional? La Academia Nacional de Periodismo funciona en el nuevo edificio de la Biblioteca Nacional.

—Ahí se da una combinación, no soy especialista en la materia, pero al ser nacional, es el gobierno nacional y el Ministerio de Cultura, pero también, por estar en la Ciudad, el edificio y algunas cosas, ahí también tiene que coincidir el tema de las ciudades y que de alguna manera tiene que haber un acuerdo para que se haga. Pero en lo fundamental es el gobierno nacional, sobre todo porque además yo pido también que esta donación respete ciertas condiciones, que esta colección se mantenga bien, se le dé seguridad, un buen cuidado, esté a disposición. Hay que poner un edificio en condiciones, arbitrar espacios, una organización, una estructura y un presupuesto también para mantener esto, eso requiere algún tipo de legislación. Entonces, se debe hacer una ley, porque fue aceptada de palabra, pero luego nunca se reglamentó. Fui fiel a esta promesa que hice y no acepté. Tuve propuestas particulares para comprar esta colección o llevarla a otros lugares. No lo quise hacer hasta tanto tener una respuesta del Gobierno de la Nación. En principio lo había aceptado y más recientemente, me llevaron a ver las instalaciones y la verdad que no es tanto lo que falta para poder organizar ese espacio. Si el próximo ministro de Cultura quiere hacerlo y hay un apoyo del Gobierno de la Ciudad y de la Nación, se va a poder hacer. 

—Vargas Llosa estuvo el año pasado en la Feria del Libro, en la presentación de tu novela “Morir lo necesario”, ¿qué vínculo tenés con él?

—Hay una linda, una cálida amistad. La primera relación surgió con una propuesta de él, de unirme a su fundación en calidad de asesor, más vinculado con lo empresarial, lo económico. Siempre ha sido más de ideas liberales y entonces le parecía interesante tener algún empresario en la Argentina que pudiera de alguna manera ser un asesor. Después, al conocerme más, fue tomando más conciencia de mi vocación cultural y literaria, y empezó a interesarse un poquito más. Realmente creo que le han gustado mis escritos y ha tenido la amabilidad de venir a acompañarme a la presentación de la novela, también en España. Y ahora la Cátedra Vargas Llosa se ha unido de alguna manera con la Fundación para la Libertad y entonces ellos siempre me han dado un espacio para que yo pudiera hablar o presentar mis libros. Hay una relación de amistad y mutua confianza. 

“Si uno da todo de sí mismo en esta vida, en este mundo, la parte de uno que muere es muy poca”

—Hablás de la vocación de ayudar a todo aquel que tenga un talento, ¿cómo definís el talento y el mérito?

—Eso es difícil, porque siempre es subjetivo. Pero tengo una cierta sensibilidad para lo artístico y entonces empiezo con las personas que a mí me atraen. Por ejemplo, me han traído alguna vez algunos chicos que tenían una cierta vocación por ser pianistas, por la música, y hubo casos realmente donde percibí mucho talento, con Horacio Lavandera, que a los 13 años vino con su padre a mi casa e interpretó la Sonata de Chopin, me dejó impactado y desde entonces lo apoyé en toda su carrera y su vida, hasta su primer concierto en el Teatro Colón. Lo mismo ocurrió con pintores escultores, por ejemplo Pablo Atchugarry, un escultor uruguayo que también me impresionó la primera vez que vi sus obras. 

—¿Qué edad tenías cuando Lavandera tenía 13?

—No lo sé, soy muy malo para recordar. Más de 40 seguro.

—¿Por qué en tu casa no había televisión?

—Porque mi padre pensaba, y creo que tenía mucho de razón, por lo que uno hoy ve de las pantallas, hay una serie que se llama Adictos a las pantallas, que nos hace un poco más pasivos porque todo viene de alguna manera dado y resuelto. Al no haber televisión, teníamos que ser creativos y sacar de dentro nuestro, ya sea, la creación de los juegos interiores o ir afuera, a hacer deporte en el exterior. También entre los hermanos, tener que jugar entre nosotros, al ajedrez, a las cartas. En cambio, si hubiera habido una pantalla estaríamos todos sentados mirando lo que otro creó para nosotros, un contenido creado por otra persona, mientras que si no, uno tiene que ser el autor de la creación de su contenido. Incentiva mucho la creatividad el tema de tener que llenar un espacio de tiempo que si no, podría resultar aburrido. No sé si por eso, pero soy alguien que no puede aburrirse nunca, aunque no tenga una pantalla. Y hoy por ejemplo, si a muchas personas les cortan la electricidad o internet, podrían quedar como en un lapsus de no saber qué hacer. A mí no me ocurriría, podría ponerme a escribir o leer un libro, y si no, perderme en mis meditaciones interiores. 

—Hiciste un documental sobre el poder adictivo de las redes sociales y los juegos online, hace tiempo que entrevisté en Kyoto, Japón, al Walt Disney de los videojuegos, Shigeru Miyamoto, el creador de Mario Bros, quien no dejaba a sus hijos jugar más que una hora por día con los juegos que él había creado, ¿podría tener impacto adictivo la inteligencia artificial o el ChatGPT?

—Son herramientas maravillosas puestas al servicio de cualquier tarea. Es una ayuda fenomenal y que de ninguna manera vamos a ir para atrás en eso. Pero por otra parte, creo que sí es muy importante, sobre todo los padres con los hijos más chicos, regular cómo se va produciendo esa interacción, con un teléfono, con una pantalla. Porque el problema está en los que acceden a muy temprana edad y sobre todo, sin ningún tipo de restricción, porque obviamente los contenidos, con toda lógica, están diseñados para atraerlos y que sigamos mirando. Nos pasa a los adultos, hay series que cuesta parar. Uno quiere seguir viendo capítulos, a veces veo el principio del siguiente capítulo y lo paro después. Pero todo eso que un adulto puede manejar mejor, aun reconociendo que también sufrimos un poco esta adicción, un chico mucho menos. Entonces ahí es donde está el problema. Se detectan muchos casos, incluso hay institutos para tratar a los jóvenes, que son presa de muchas cosas, porque está el problema del bullying a través de las redes, el tema del sometimiento a la aprobación ajena a través de los likes, tener que agradar, y un montón de cosas que produce mucho daño a la personalidad en edades tempranas. Hay que dosificar, desde el colegio, enseñarlo en la familia, el acceso a las tecnologías. 

—En PERFIL a cada uno de estos reportajes, para que la audiencia pueda comparar, se le agrega el cuestionario y luego las respuesta que daría el entrevistado según ChatGPT. Tengo entendido que le pediste a ChatGPT que escriba un poema sobre vos, ¿cómo salió?

—Salió maravilloso, no sé si a todos les dirá lo mismo el ChatGPT, queda bien con todos, pero la verdad es que me encantó el poema que me escribió. De hecho escribió dos en inglés porque es un amigo que se lo pidió, en el primero lo condicionó un poco porque dijo que le escribiera un poema a su querido amigo y poeta, y dio mi nombre, pero después simplemente le dijo que le dedique un poema a Alejandro Roemmers, y la verdad que me encantó. El poema denota que tiene mucho acceso a información de la persona porque sabía de mi escritura, de los contenidos de mi escritura, sabía de mi labor filantrópica, de un montón de cosas que surgen en ese poema. Además era un poema que denotaba gratitud, lo cual es increíble.

“Le ofrecí a Kodama que si había algo que yo tuviera y ella pensara que le pertenecía, que me lo dijera, y nunca me llamó”

—En 2021, en la disertación del Vaticano, dijiste que apadrinabas a cien chicos y donabas lo que necesitaran para sostener el espacio del padre Jorge Bender, ¿en qué tipo de obra te gusta ayudar, qué condición tienen que tener esos chicos? 

—Me parece que no soy nadie para juzgar a otro, ni juzgar méritos ajenos. Por eso cuando ayudo en general no tengo en cuenta el mérito, sino analizo si esa ayuda, a mi entender, le va a producir un bien a esa persona y no me pongo a hurgar en el pasado, si esa persona lo merece, no lo merece, si es buena o mala persona porque no me parece que nosotros tengamos que juzgarnos unos a otros. Lo que tenemos que hacer es ayudarnos. Por eso no te contesté lo del mérito, porque realmente no es algo que normalmente tengo en cuenta. Y para las ayudas, generalmente cuando me llega el pedido trato de responder de alguna manera, obviamente los pedidos son muchísimos y no se puede responder 100% en todo, pero por lo menos en el noventa y tanto por ciento de los casos contribuyo, poniéndolos en contacto con otras persona que también puedan ayudar, dándoles ideas, de un montón de formas, no solo económicamente, sino también a veces con otro tipo de ayudas. Ayudo mucho en fundaciones como Unicef, por ejemplo, con tema de chicos o a veces las obras de algunos franciscanos con el padre Bender. Hay otro sacerdote, el padre Doñoro, que ayuda en el Amazonas peruano, también chicos que rescata de mafias que trafican con órganos, o chicos que están moribundos porque no los pueden curar o no los pueden sostener las familias, y ha creado un hogar muy lindo, se llama Nazaret. Realmente es inconmensurable la cantidad de lugares, pero simplemente donde siento que puedo ayudar, lo hago. Ayer, por ejemplo, una monja que tiene un hogar donde van personas mayores enfermas de cáncer que ya no tienen familiares o que las familias no los pueden cuidar, hice una ayuda ahí. A veces para operaciones delicadas que se tienen que hacer en otros países, que las familias no pueden costear o que la obra social no costea. Realmente no tengo ningún parámetro específico, es lo que en el momento sienta que puedo contribuir, que puedo hacer un bien y no juzgo demasiado. Así que podría alguna vez ocurrir que ayude a personas que a lo mejor tengan antecedentes no muy buenos, o a lo mejor la ayuda mía no fue a dar exactamente lo que me habían dicho, puede ocurrir, pero en general creo que ha sido bien usado. Me siento bien por haber podido ayudar. 

—Tengo entendido que donaste, legaste o transferiste las acciones de tu empresa a tus hermanos y quería entender tu relación con la empresa y tus hermanos. 

—Es un tema confidencial, pero puedo decir que efectivamente, como no tengo descendientes de sangre, doné las acciones a mis hermanos y ellos fueron generosos en retribuir ese gesto. Sin embargo, sí mantuve el usufructo sobre las empresas del grupo que están en toda Latinoamérica. Los tres hermanos tenemos la decisión sobre el grupo empresarial, no me desvinculé absolutamente de la actividad, sino que a través del trust fijamos los lineamientos futuros del grupo empresarial.

—¿Cómo es tu relación con la cultura, la política, la economía y el futuro de la Argentina?

—Hace siete años me fui a residir al exterior porque realmente me era más cómodo por todas mis actividades, asentarme en Europa. Pero viajo un poco por todo el mundo y Argentina es y siempre va a ser mi querido país. Tengo el pasaporte argentino y paso algunas semanas en Argentina porque me gusta mucho. Tengo amigos, algunas propiedades, también un campo que lo quiero muchísimo en la provincia de Córdoba, siempre me gusta volver. Mi mamá pasa bastante tiempo en Argentina, así que obviamente voy para visitarla, aunque ella también viaja y ahora, por ejemplo, la tengo acá en Europa conmigo. También quiero mucho al Uruguay, tengo casa allí y estoy bastante tiempo, son como nuestros hermanos rioplatenses. Me siento muy latinoamericano. Muchas veces presento libros, incluso en México, y siempre hablo de la hermandad latinoamericana. Si bien en mi concepto franciscano todos los seres humanos somos hermanos, y así lo planteo siempre. Los latinoamericanos somos los hermanitos más cercanos, tenemos que empezar por unirnos nosotros y después abrirnos al resto del mundo.

—Contame un poco del abrazo al Vaticano que hiciste recientemente.

—Fue una iniciativa, con este dolor que nos producen todas las guerras en principio. Pero en el caso de Ucrania me tocaba también un poco más por estar no solo más cerca de Europa, sino que realmente, tenemos alguna persona en el grupo de amigos relacionada con Ucrania y tenía ganas de hacer algo por la paz. Entonces, justo como tenía previsto, reunirme con nuestro querido papa Francisco, le planteaba a él qué se podría hacer. Yo decía, habría que hacer un abrazo, porque no hay ningún joven que quiera la guerra, todos quieren paz. Y esta encíclica, Fratelli Tutti, con ese espíritu franciscano de todos somos hermanos, dije por qué no hacer un gran abrazo acá en la Plaza de San Pedro, jóvenes de todo el mundo, que la camiseta diga: “Todos somos hermanos”. Él dijo: “Qué bueno, qué linda idea”, entonces le empezamos a dar un poco de forma. El cardenal de Gambetti tomó el tema y finalmente se pudo plasmar invitando a través de todas las embajadas acreditadas en el Vaticano. Todos los países respondieron, enviaron jóvenes y se produjo ese gran abrazo, que lamentablemente, unos días antes tuvo que ser intervenido el Papa, no pudo estar presente ese día, pero sí participó, lo vio en la televisión y me escribió una carta muy linda. Quedó contento de lo que se hizo y de este gesto, además lo acompañaron 33 premios Nobel por la Paz. Se hizo una cena la noche antes en el Museo Vaticano, que yo compartí y se reunieron esa mañana para hacer un escrito que después leyó (Muhammad) Yunus, yo leí algo que había escrito y, nos dimos la mano con todos estos jóvenes. Hubo coros, artistas reconocidos que participaron, no solo Andrea Bocelli, incluso bailarines. Fue una celebración muy linda que se hizo, se emitió para el mundo, queriendo mostrar que las nuevas generaciones quieren un mundo de paz, que no tiene sentido la guerra, es algo totalmente anacrónico, fuera de época. Es algo que no tendría razón de existir en un mundo donde ya existe una inteligencia artificial. Me gustaría ver qué es lo que dice la inteligencia artificial sobre la guerra, pero seguramente dirá que es una estupidez propia de seres de consciencia inferior. Tenemos que pasar a un mundo donde todos colaboremos en vez de competir, busquemos el bien común para toda la humanidad. Estamos todos en esta pequeña barca azul que es el planeta Tierra que navega en el espacio, y no unirnos solamente frente a una desgracia como puede ser una pandemia, sino que estemos unidos para colaborar en todos los aspectos posibles, no solo el calentamiento del clima, sino cómo poder explotar mejor los recursos, cómo poder hacer los países o los continentes más postergados puedan tener más oportunidades. Compartir las tecnologías, las grandes potencias hoy, Rusia y China tendrían que estar colaborando en todos los aspectos y no mirándose con recelo y tratando de ponerse trabas uno a otro y palos en la rueda, sino tratar de ir por el bien común. Eso requiere de mucho diálogo, organismos internacionales. Ahora justamente le he propuesto a personas que conozco en Naciones Unidas, hacer un abrazo en las Naciones Unidas, entre todos los representantes de los países del mundo. Cuando se haga la próxima apertura de sesiones, hacer un gran abrazo por la paz que tiene que ser el principio, no solo quedarnos en la paz, pero por lo menos empecemos con la paz y después veamos cuáles son todas las formas que tenemos de colaborar unos con otros. 

“No soy nadie para para juzgar a otro, ni juzgar méritos ajenos, cuando ayudo en general no tengo en cuenta el mérito”

—¿En qué estás trabajando y cómo sigue tu producción futura?

—Estoy tratando de terminar una novela que está basada también en hechos reales, y me permite volcar todo el conocimiento de la historia de Europa, viajé mucho por Europa y también un poco mi amor por la música. Entonces traté de reunir todo eso, pero también con un trasfondo de una trama policial, que tomé justamente de las noticias. Así que espero que dentro de algunos meses pueda terminarla. También estamos viendo de llevar alguno de los dos musicales, tanto Franciscus como Regreso a la Patagonia, a otros países. Por otra parte, también una editorial me ha propuesto editar un libro de poemas libres, míos, en España. Tengo editado un muy lindo libro de sonetos, Los sonetos del amor entero, pero no sobre poesía libre. También mi agente literario me ha convencido esta vez y empecé a pensarlo ya, de escribir una continuación sobre El regreso del joven príncipe. Esto también está en marcha, por lo menos en mi cabeza, que es lo más importante. Cuando uno ya sabe lo que quiere lograr o escribir, es más fácil. Después llevar este tema del abrazo a otros lugares, creo que la Fundación Fratelli Tutti, creada por el papa Francisco, que es la que organizó y coordinó este abrazo en la Plaza de San Pedro, tomando también el abrazo que yo ya había hecho en Asís, cuando me otorgaron el premio San Francisco de Asís. Con ellos podemos también hacer alguna cosa en colaboración. Series también, estamos en este momento trabajando en alguna serie más y en una película de hechos reales ocurridos en Argentina, y hay una relación con el papa Francisco. No es algo donde ha sido protagonista directo, pero indirectamente la fundación de él se relaciona con esos hechos, creo que puede ser una película interesante. Estamos bastante avanzados en el guion ya, sería una coproducción entre España y Argentina. Creo que más o menos estos son, pero todo el tiempo surgen otras cosas, hay muchas ideas.

 

Un ejercicio con ChatGPT

Mediante este código QR el lector podrá encontrar en la página web de Perfil.com una versión alternativa a la entrevista  de Jorge Fontevecchia al escritor Alejandro Roemmers, escritor y nieto del fundador del laboratorio Roemmers, con la particularidad de que fue producida y respondida con inteligencia artificial.

Le pedimos al ChatGPT: ¿Qué le preguntarías a Alejandro Roemmers si pudieras entrevistarlo?

ChatGPT elaboró un cuestionario de ocho preguntas para Roemmers, en las que se interesó por el método creativo que emplea para su producción literaria, la importancia de la poesía en su vida y la manera en que ese género puede influir en el mundo actual. También indagó sobre la tradición de su familia en la industria farmacéutica y cómo ha influido esa herencia en su carrera como escritor. Finalmente se interesó por su compromiso social a partir de su involucramiento en proyectos filantrópicos.  

Luego le preguntamos a la IA cómo cree que respondería Roemmers a cada una de las preguntas formuladas. También lo hizo.

En este enlace QR, el resultado de este ejercicio con inteligencia artificial. 

Producción: Melody Acosta Rizza y Sol Bacigalupo.


PERFIL

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“Adquirí toda esa obra de Borges para ponerla a disposición de los argentinos” – PERFIL

Es el nieto del fundador de los laboratorios Roemmers, y si bien se dedicó por un tiempo a los negocios familiares, a los 45 años decidió ceder sus acciones para dedicarse de lleno a la actividad que desde chico lo apasiona: la escritura. A los 13 años le leyó a Borges un poema suyo, en 2022 presentó su segunda novela en la Feria del Libro, junto a Mario Vargas Llosa. Es filántropo y apoya a talentos sin juzgar el mérito.

—¿Cómo empezaste con la escritura, qué fue lo que te empujó y cómo te formaste?

—Fue la emoción lo que me hizo escribir, me acuerdo bien, porque era la última tarde de unas vacaciones de invierno en la sierra de Córdoba, y sentí una gran tristeza por irme de ese lugar. Siempre sentí un gran atractivo por la montaña, los bosques. Además, andaba a caballo, tenía 8 años, pero ya podía salir solo. Me iba con el caballo, a veces bordeando el río, lejos. Entonces al volver al colegio, me sentía mucho más encerrado en la casa de mis padres que en ese lugar. Mi caballo era mi medio de transporte propio, y entonces sentí una necesidad de volcar esa tristeza, esa emoción, y escribí el primer poema. Empezó con la poesía, fue lo que escribí hasta que recién a mediados del 99, escribí el primer libro de prosa que es El regreso del joven príncipe.

—Tu primer poema fue publicado a los 14 años bajo el título “Eternamente enamorado”, y contás que hasta el día de hoy te sigue definiendo, ¿hacia quién es ese amor?

—Es un amor hacia la vida, hacia todas las personas, porque en el segundo verso dice “amar a cada uno, a todos y a cualquiera, como la lluvia generosa y ciega que cae sobre los techos y los campos”. No es un amor hacia una persona, una relación de pareja, el típico amor de atracción hacia alguien, sino que es un amor de dar, brindarse, de ponerse al servicio de los demás, de ayudar, básicamente. 

—¿Qué te hizo pasar de la poesía a la novela?

—Estábamos en la Fundación Argentina para la Poesía y una señora siempre me decía que le gustaba cómo yo contaba siempre anécdotas, historias y que tenía que escribir novelas. Yo siempre decía que la novela requiere mucha disciplina, tiempo, estar un poco quieto en algún lugar. Con tantos viajes, me era muy difícil, más por mi trabajo en la empresa en ese momento, la poesía era lo único que en las madrugadas, en un avión o esperando en un aeropuerto, podía escribir. Pero siempre me insistió y la verdad es que mi primera novela para mí fue una especie de relato de mi aprendizaje espiritual, que es El regreso del joven príncipe. Si bien técnicamente es una pequeña novela, para mí fue más responder a un pedido de muchas personas que siempre me pedían: “Decinos cómo hiciste para pasar de ser una persona que vos decís que era un poco melancólica, a ser una persona con tanta energía, tan dinámico, se te ve tan alegre y feliz, ¿cómo fue eso?”. Por otra parte, también muchas personas decían que es raro ver un empresario que sea tan afectuoso, siempre compartiendo con sus amigos, que no haga distinción en las personas, relacionarse con personas de situación social similar, sino que realmente nunca discriminé en ningún sentido, ni por pensamiento, religión, raza, ni nada. Les llamaban la atención algunas cosas, y siempre me pedían que escribiera algún libro. El resultado de eso fue El regreso del joven príncipe, donde aproveché de alguna manera a hacer algo también traía de chico, y era cómo responderle a Saint-Exupéry cuando al final de su libro El Principito, pide que alguien le escriba, que alguien le conteste. Siempre sentí que yo era esa persona que tenía que contestarle, lo sentí de chico, pero me llevó muchos años estar en condiciones de responderle. 

—Mencionabas los años en que todavía te dedicabas a la empresa, ¿te dejó enseñanzas la tarea de empresario para la literatura? ¿Hay un punto de contacto entre una profesión y otra? 

—Es difícil decir eso. Todas las experiencias en la vida, cuanto más variadas son, por ejemplo para escribir una novela, eso ayuda. Y conocer todo tipo de personas, porque uno se tiene que poner en la piel de los distintos personajes, y creo que ayuda mucho conocer personas que piensen diferente. Siempre me pareció muy interesante no estar rodeado de personas que piensen igual que yo, porque todos estaríamos de acuerdo mayoritariamente, me gustan las personas que cuestionan, que tengan otras formas de razonar, que estén dispuestas a hablar tranquilamente, sin que ninguno forzosamente tenga que tener razón. Pero, cuando se puede dialogar y comparar, me parece muy enriquecedor estar rodeado de personas que tengan puntos de vista muy diferentes, experiencias de vida muy diferentes, y es mi caso. Me relaciono con todo tipo de personas en muchos países, y eso da matices y da variedad también a la experiencia de una vida.

“No es un amor hacia una persona, el típico amor de atracción hacia alguien, sino que es un amor de ponerse al servicio de los demás, de ayudar”

—Esta idea de amar a todos, a cada uno, a cualquiera, tiene contacto con San Francisco de Asís, que entiendo has estudiado bastante bien, y tu relación con el Papa, ¿qué significan el Papa y San Francisco de Asís para vos?

—Hay un punto de contacto. De hecho, de chico tenía una vocación religiosa, por momentos monástica y me gusta mucho el estar en la naturaleza, en lugares más solitarios. No soy tan amante de vivir en las ciudades, y me hace muy bien. Me resulta muy sanadora la vida en la naturaleza, creo que eso lo comparto mucho con Francisco de Asís. Sobre todo la amistad, el compañerismo, el tratar de hacer un grupo donde la vida se comparta con amistad. Que hayamos tenido un papa en Argentina y que haya elegido el nombre de Francisco me resultó una gran alegría. También, su sencillez, su espíritu, es una persona admirada por el mundo. A veces parecería más admirada afuera que por nosotros mismos, pero es alguien que le ha dado a la Iglesia una apertura importante, de abrirla realmente a todos, que sea una Iglesia sencilla, humilde y capaz de recibir a todas las personas. 

—¿Le enviaste tu obra “Franciscus” al Papa? Contanos la relación con él.

—Nos hemos visto en distintas oportunidades. Tenía una relación con mi padre, y conmigo era más epistolar. Le mandaba algunos poemas o sobre todo los libros de poemas que yo iba dedicando, y como a él le gusta mucho la literatura, creo que ha sido profesor incluso de literatura. Me respondía, siempre muy amable y manuscrito, como hasta el día de hoy. Es una persona realmente muy cálida, por lo menos en esta relación conmigo. Le envié distintas cosas, el musical también. Franciscus fue algo que hice pensando en él también, en su visita a la Argentina, que la gente pudiera estar imbuida en ese espíritu franciscano, preparándose para su visita, que hasta hoy lamentablemente no se pudo concretar, esperemos que sí en algún futuro cercano. Pero siempre fue muy amable en todos sus comentarios, de hecho me invitó a dar una charla en el Salón de los Sínodos, en el Vaticano. Hace unos años di una charla ahí junto al padre Jorge Bender, también un franciscano que está haciendo una obra muy importante en África, así que creo que tenemos una relación de mutuo afecto y cariño. De mi parte, también admiración hacia todo lo que él ha logrado, los cambios que ha propuesto dentro de la Iglesia, que siempre es algo muy complejo. 

“Que hayamos tenido un papa en Argentina y haya elegido el nombre de Francisco me resultó una gran alegría”

—Tu padre murió el año pasado, ¿cómo era tu relación con él, qué pensó el día que dijiste que querías dejar la empresa familiar para dedicarte a la escritura y cómo fue su despedida?

—La relación con mi padre fue cambiando en el tiempo, de chico lo percibía como una persona muy rígida, su origen alemán y también estuvo en el Colegio Militar, así que éramos un poco diferentes porque yo era más atraído hacia lo artístico, lo filosófico, me gustaba el piano, pero también todo lo que tuviera que ver con el arte. Sin embargo, al final me decido a estudiar administración de empresas, a entrar en la empresa familiar. Eso le dio una gran alegría, y a partir de ahí empezamos a compartir. El tema de la empresa fue, de alguna manera, el hobby de su vida y pude darle alegrías logrando hacer crecer el negocio familiar, después, de a poco, él también fue tomando contacto con esa otra parte mía y venía a los recitales poéticos, a las presentaciones, charlas que yo daba. Se hacía un tiempo para venir, incluso viajar, a veces para asistir, como fue cuando me tocó hablar en la Universidad de Salamanca, que me distinguieron como una personalidad de la cultura y entonces compartí también esos momentos con él. Sentí un gran agradecimiento y mucha inspiración de parte de él hacia mí. Los últimos años de su vida lo hizo notar en todas las formas, y tuvimos una muy linda despedida de muchos años con él, como que ambos estábamos muy felices y en paz de la relación que tuvimos. 

“Cada poema mío es como un hijo y cada libro de poemas, más. Es el legado de una vida lo que me gustaría dejar, más que un hijo criado por mí”

—No tuviste hijos, tampoco te casaste, ¿sentís que te queda algo pendiente en ese sentido?

—La verdad que no, por varios motivos. Siempre decía que mis hijos son mis obras y pensaba justamente en las obras literarias. Cada poema mío es como un hijo y cada libro de poemas, más. Después empecé a tener sobrinos, dos de ellos son ahijados míos y muchos ahijados. Me parece que me transformé en una especie de padrino predilecto de muchos amigos, así que tengo muchos ahijados. Entonces, por un lado, viví rodeado de chicos y de gente de distintas edades, de joven, lo cual es muy bueno porque también en la diversidad y la variedad de formas de pensar de distintas generaciones. Pienso que es más el legado de una vida lo que me gustaría dejar, que no un hijo criado por mí, que se me haría difícil por la cantidad de cosas que me gusta emprender. 

—“Morir lo necesario” es el título de tu última novela, ¿qué significa “lo necesario”?

—Tiene que ver con un poema que escribí, dice que si uno da todo de sí mismo en esta vida, en este mundo, la parte de uno que muere es muy poca, porque todo lo demás lo ha dejado acá, lo ha dejado en sus obras o en sus hijos, en su familia. Todo lo que uno brindó de sí mismo en todos los aspectos va a permanecer, y la parte que queda para morir es como lo mínimo indispensable. Y tiene que ver con eso. Cuando uno muere después de haber dado mucho o de haberlo dado todo, es una muerte pequeña porque queda muy poco de uno para llegar hasta la tumba. Todo lo demás se ha entregado y se ha dado en vida. 

—En la presentación de tu último libro hablaste sobre el bullying y las consecuencias que tiene en el tiempo para la persona que lo padeció, ¿hay algo autorreferencial en esa cita?

—Algo hay. Todo el colegio secundario, no fue una cosa fuerte ni intensa, pero sí lo sentía un poco porque se daban varias cosas que lo hacían posible. Por eso también entiendo, me hacían un poquito diferente. Por un lado en mi casa no teníamos televisión, entonces también se me hacía difícil comentar de programas o cosas que hablaban mis compañeros, que habían visto el día anterior. Por otra parte, en esa época leía mucho y no era común que mis compañeros leyeran, con lo cual tampoco tenía con quién comentar todo eso de poesía ni de muchas cosas que leía. Después, se daba el caso de que mi familia tenía una situación económica muy buena, y a veces aprovechaba que me acerque el chofer familiar al colegio y eso también producía en los que venían en transporte público… aunque yo también lo usaba. Éramos dos compañeros, otro amigo, José Luis y yo, con los mejores promedios del curso, teníamos prácticamente 10 absoluto en todas las materias y eso también produce esa cosa. Pero con el tiempo, en algún reencuentro que hemos tenido, la verdad es que nos dimos muy lindos abrazos con un par de compañeros que eran los que a veces me hacían algunas bromas así, y pudimos cerrar eso también, con mutuo entendimiento. Fue muy lindo, muy emotivo y muy bueno.

—No sé si recordás aquella frase que se dice mucho en Estados Unidos, “cuidado con los nerds, que van a ser tu jefe”.

—Sí, algo de eso hay. 

—¿Toda tu escritura es autorreferencial?

—No toda, pero hasta ahora mayoritariamente sí. Salvo las dos últimas novelas, donde en una simplemente conté una historia que vino a mi cabeza al despertarme, no es algo propio, después al escribirla mejor algo habré agregado, pero en realidad es una historia que simplemente vino y que no la pensé. Después en la última novela, Morir lo necesario, partí de hechos reales pero ocurridos a una persona cercana, no son cosas que me ocurrieron a mí, tampoco es concretamente personal, pero sí hechos cercanos. Y en cuanto a los poemas en general, tienen mucho que ver con alguna emoción, algo que me ocurrió y de alguna manera lo guardé para escribirlo en algún momento.

—¿Qué te pasó cuando hace unos años el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores sugirió proponerte para el Premio Nobel de Literatura?

—Me pareció lindo, interesante, que él valorara mi escritura. De hecho, soy un caso un poco atípico porque fui distinguido por la Sociedad Argentina de Escritores en dos géneros diferentes, por un libro de poemas y también por una novela. A su vez también he escrito para el teatro, y estoy colaborando con guiones para películas y series. Por lo cual, por lo menos tengo un espectro amplio de escritura, he hecho ensayos, he dado charlas. En el colegio secundario me elegían para hablar ante todo el colegio, una vez al año un alumno lo hacía en representación de los alumnos y dos veces me tocó hablar. Por lo cual creo que de alguna manera, la palabra o la escritura fue algo que estuvo en mi vida, a pesar de que después tuve también una labor empresarial. Nunca fui de presentarme a premios en general, nunca quise sacar oportunidades a las personas que requieren de esos premios para poder vender sus obras, a veces hay una dotación económica que les puede servir. Por lo tanto en general me abstuve. Pero siempre es lindo que alguien diga que es una obra que podría tener un reconocimiento. De hecho, en España mi poesía tuvo muchos reconocimientos.

“Siempre me pareció muy interesante no estar rodeado de personas que piensen igual que yo”

—Te citan como el “poeta de la esperanza” y “poeta del amor”, ¿te identifica realmente esa definición?

—Sí, las dos. El amor porque es lo único que es real y que hace que este mundo valga la pena, todo el amor en sentido amplio, amor por lo que uno hace, amor por todas las personas, incluso por el planeta, por todas las criaturas vivientes. Creo que es la energía más pura que alienta al universo, y es el sentido de mi vida. Después la esperanza, porque soy una persona de fe. He tenido distintas ocurrencias en mi vida que de alguna manera alimentaron esa fe. Entonces hablo con una convicción desde mi ser, que no es por ninguna creencia, convencimiento exterior, sino que por experiencia propia que he tenido en mi búsqueda mística, de Dios, y que me han dado esa confianza grande.

“De chico tenía una vocación religiosa, por momentos monástica. Fue la emoción lo que me hizo escribir”

—Además de ser uno de los mayores coleccionistas de obras de Borges, sos su admirador fanático, coleccionaste 6 mil volúmenes de sus obras. Y tuviste un encuentro con él cuando tenías 13 años, cuando pudiste leerle un poema tuyo, ¿cómo te marcó ese encuentro y la relación posterior con él?

—Para serte franco, cuando me encontré con él a los 13 años, compartimos una tarde en su casa y yo prácticamente no conocía nada de la obra de Borges, así que fue nada más que por el nombre de él, un amigo me lo ofreció y era como un ser reverencial dentro de la literatura, me pareció interesante conocerlo. Llevé algunas cosas escritas por mí que tenía en esa época, se las leí. Lo curioso fue que a partir de lo que yo leía, él lo asociaba con distintas cosas literarias, y se ponía de vuelta a recitar poemas, varios en inglés, pero yo, a pesar de hablar un poco inglés, no estaba para seguir ese tipo de poemas. Alguna otra cosa en castellano, pero me quedó una sensación agradable de que pude compartir lo que escribía, él me alentó a continuar. De alguna manera también sentí la pasión de él por la literatura que hizo su vida de eso. Sentí cuánta belleza se puede crear con las palabras, me entusiasmó a poder seguir escribiendo. Pero no mucho más que eso, porque no podía entablar ninguna conversación muy profunda, ni sobre literatura ni sobre la obra de él. Después, no diría que soy el admirador más ferviente de Borges. Hay mucha gente que lo conoce mucho mejor, ha estudiado su obra mucho mejor que yo, que la conozco un poco, nada más. Con lo poco que conozco y lo que he escuchado, sí he llegado a comprender, y estoy convencido, de que es uno de los escritores más importantes de toda la literatura universal, y en especial de la literatura castellana. Es uno de los argentinos más notables, sin duda. Me daba pena, por un lado, que sus escritos originales se fueran del país y quedaran todos en manos privadas del exterior, a veces en alguna universidad donde tal vez se pueda consultar, pero muchas veces no, se perdía el rastro de eso. Y yo tenía muchas ganas de que la Argentina hiciera realmente un homenaje o un reconocimiento a alguien tan trascendente. Pasarán los siglos, se olvidarán de muchas otras personalidades que hoy nos parecen relevantes en la Argentina, y sin embargo, probablemente Borges cada vez sea más recordado y sea uno de los argentinos más notables en la historia. Me parecía que no se le había rendido el justo homenaje en Argentina y con un museo que fuera no solo un atractivo turístico, sino que fuera un lugar de mantener viva su obra, que hubiera toda una agenda cultural con permanentes charlas, ponencias, que vinieran autores de todo nuestro país, pero también del exterior, a hablar de distintas obras o aspectos de la obra de Borges, que se hicieran debates. Un espacio cultural, no solo un lugar para observar manuscritos, fotos y demás, sino que fuera un lugar para mantener viva esa literatura. Su viuda no lo hizo, no logró tener esa apertura para convocar este tipo de lugar. Tenía simplemente algunos materiales en un lugar pequeño donde iba muy poca gente. En cambio, mi idea era que fuera algo abierto a los estudiantes, que pudieran ir, que se armara como se hace hoy con las tecnologías, unos diálogos interactivos donde se pudiera con inteligencia artificial o recrear la imagen de él contestando preguntas que se le pudieran hacer. Tenemos muchas ideas de cosas que se podían hacer. La idea era encontrar un espacio físico. Siempre entendí que tenía que ser o el Gobierno de la Ciudad o el gobierno nacional el que tenía que poner a disposición ese espacio físico si yo donaba todo el material que fui coleccionando. En este momento, se están realizando tareas para acondicionar lo que era la antigua Biblioteca Nacional, donde Borges estuvo creo que 17 años, mucho tiempo, por lo cual de alguna manera su espíritu habita por ahí, está por ahí. Preparar para que allí se pueda armar algo que sea realmente atractivo, una muestra viva que lo tenga presente a Borges, no como letra muerta, sino como algo actual donde se pueda interactuar de alguna manera.

 

—La Biblioteca Nacional de la calle México se estaba restaurando para este fin y va avanzando, cuando Alberto Fernández asumió, quisiste donar al Estado la colección privada que tenés de 6 mil volúmenes y manuscritos para crear el Museo Borges, pero en aquel momento María Kodama se opuso. Incluso dijo que algunos materiales pueden haber sido adquiridos de manera no legal, ahora que ella ya no está, ¿tenés expectativa de que esto se concrete y a qué atribuís la actitud de ella?

—La actitud de ella no impedía absolutamente nada, porque era absolutamente incorrecto lo que dijo. De hecho, le ofrecí que si había algo que yo tuviera, que ella pensaba que le correspondía, le pertenecía, que me lo dijera, y nunca me llamó ni hubo nadie que se presentara a reclamar nada. Creo que a veces hay un poco de celos de no ser protagonista, pero le ofrecí todas las posibilidades. De hecho, tuvimos una cena la noche antes de que yo hiciera ese ofrecimiento, le comenté lo que pensaba hacer, la invité a que me acompañe, a que fuera, si se hacía un museo, la presidenta honoraria. En fin, le di todas las posibilidades de participación posibles y ella me dijo que no confiaba en Argentina, que claramente las cosas se perdían o se robaban y que quería dejar lo que ella tuviera a una universidad en Estados Unidos y a otra universidad en Japón. Por eso me asombró mucho a su muerte que no hubiera un testamento de ella disponiendo eso, porque me habló concretamente que su deseo era ese. Se ve que no lo llegó a escribir, ella no quería donarlo, sino que a lo mejor hasta estaba pensando en venderlo a estas universidades. Por eso me presenté, pero soy dueño legítimo y todo lo que tengo fue adquirido y podría donarlo perfectamente. De ninguna manera ella podía oponerse a nada. El hecho de que no se haya concretado no tiene ninguna relación con la señora Kodama, sino con el gobierno nacional, cuando al poco tiempo surge la pandemia quedó inmerso en otras prioridades. Y el tema cultural a veces es lo que sufre cuando hay problemas de otro tipo, en este caso un problema grave de salud, luego a lo mejor problemas económicos o lo que sea, y finalmente esto no se concretó, pero está la posibilidad de concretarlo en cualquier momento. Es un tema de voluntad política, porque el lugar prácticamente está, es muy poco el tiempo o las obras que harían falta para completarlo. Espero que en un próximo gobierno, ya sea de la Ciudad o de la Nación, lo podamos hacer una realidad, porque simplemente adquirí toda esa obra de Borges para ponerlo a disposición de todos los argentinos. 

“Me resulta muy sanadora la vida en la naturaleza, creo que eso lo comparto mucho con Francisco de Asís”

—¿El viejo edificio depende del Gobierno de la Ciudad o depende del Ministerio de Cultura nacional? La Academia Nacional de Periodismo funciona en el nuevo edificio de la Biblioteca Nacional.

—Ahí se da una combinación, no soy especialista en la materia, pero al ser nacional, es el gobierno nacional y el Ministerio de Cultura, pero también, por estar en la Ciudad, el edificio y algunas cosas, ahí también tiene que coincidir el tema de las ciudades y que de alguna manera tiene que haber un acuerdo para que se haga. Pero en lo fundamental es el gobierno nacional, sobre todo porque además yo pido también que esta donación respete ciertas condiciones, que esta colección se mantenga bien, se le dé seguridad, un buen cuidado, esté a disposición. Hay que poner un edificio en condiciones, arbitrar espacios, una organización, una estructura y un presupuesto también para mantener esto, eso requiere algún tipo de legislación. Entonces, se debe hacer una ley, porque fue aceptada de palabra, pero luego nunca se reglamentó. Fui fiel a esta promesa que hice y no acepté. Tuve propuestas particulares para comprar esta colección o llevarla a otros lugares. No lo quise hacer hasta tanto tener una respuesta del Gobierno de la Nación. En principio lo había aceptado y más recientemente, me llevaron a ver las instalaciones y la verdad que no es tanto lo que falta para poder organizar ese espacio. Si el próximo ministro de Cultura quiere hacerlo y hay un apoyo del Gobierno de la Ciudad y de la Nación, se va a poder hacer. 

—Vargas Llosa estuvo el año pasado en la Feria del Libro, en la presentación de tu novela “Morir lo necesario”, ¿qué vínculo tenés con él?

—Hay una linda, una cálida amistad. La primera relación surgió con una propuesta de él, de unirme a su fundación en calidad de asesor, más vinculado con lo empresarial, lo económico. Siempre ha sido más de ideas liberales y entonces le parecía interesante tener algún empresario en la Argentina que pudiera de alguna manera ser un asesor. Después, al conocerme más, fue tomando más conciencia de mi vocación cultural y literaria, y empezó a interesarse un poquito más. Realmente creo que le han gustado mis escritos y ha tenido la amabilidad de venir a acompañarme a la presentación de la novela, también en España. Y ahora la Cátedra Vargas Llosa se ha unido de alguna manera con la Fundación para la Libertad y entonces ellos siempre me han dado un espacio para que yo pudiera hablar o presentar mis libros. Hay una relación de amistad y mutua confianza. 

“Si uno da todo de sí mismo en esta vida, en este mundo, la parte de uno que muere es muy poca”

—Hablás de la vocación de ayudar a todo aquel que tenga un talento, ¿cómo definís el talento y el mérito?

—Eso es difícil, porque siempre es subjetivo. Pero tengo una cierta sensibilidad para lo artístico y entonces empiezo con las personas que a mí me atraen. Por ejemplo, me han traído alguna vez algunos chicos que tenían una cierta vocación por ser pianistas, por la música, y hubo casos realmente donde percibí mucho talento, con Horacio Lavandera, que a los 13 años vino con su padre a mi casa e interpretó la Sonata de Chopin, me dejó impactado y desde entonces lo apoyé en toda su carrera y su vida, hasta su primer concierto en el Teatro Colón. Lo mismo ocurrió con pintores escultores, por ejemplo Pablo Atchugarry, un escultor uruguayo que también me impresionó la primera vez que vi sus obras. 

—¿Qué edad tenías cuando Lavandera tenía 13?

—No lo sé, soy muy malo para recordar. Más de 40 seguro.

—¿Por qué en tu casa no había televisión?

—Porque mi padre pensaba, y creo que tenía mucho de razón, por lo que uno hoy ve de las pantallas, hay una serie que se llama Adictos a las pantallas, que nos hace un poco más pasivos porque todo viene de alguna manera dado y resuelto. Al no haber televisión, teníamos que ser creativos y sacar de dentro nuestro, ya sea, la creación de los juegos interiores o ir afuera, a hacer deporte en el exterior. También entre los hermanos, tener que jugar entre nosotros, al ajedrez, a las cartas. En cambio, si hubiera habido una pantalla estaríamos todos sentados mirando lo que otro creó para nosotros, un contenido creado por otra persona, mientras que si no, uno tiene que ser el autor de la creación de su contenido. Incentiva mucho la creatividad el tema de tener que llenar un espacio de tiempo que si no, podría resultar aburrido. No sé si por eso, pero soy alguien que no puede aburrirse nunca, aunque no tenga una pantalla. Y hoy por ejemplo, si a muchas personas les cortan la electricidad o internet, podrían quedar como en un lapsus de no saber qué hacer. A mí no me ocurriría, podría ponerme a escribir o leer un libro, y si no, perderme en mis meditaciones interiores. 

—Hiciste un documental sobre el poder adictivo de las redes sociales y los juegos online, hace tiempo que entrevisté en Kyoto, Japón, al Walt Disney de los videojuegos, Shigeru Miyamoto, el creador de Mario Bros, quien no dejaba a sus hijos jugar más que una hora por día con los juegos que él había creado, ¿podría tener impacto adictivo la inteligencia artificial o el ChatGPT?

—Son herramientas maravillosas puestas al servicio de cualquier tarea. Es una ayuda fenomenal y que de ninguna manera vamos a ir para atrás en eso. Pero por otra parte, creo que sí es muy importante, sobre todo los padres con los hijos más chicos, regular cómo se va produciendo esa interacción, con un teléfono, con una pantalla. Porque el problema está en los que acceden a muy temprana edad y sobre todo, sin ningún tipo de restricción, porque obviamente los contenidos, con toda lógica, están diseñados para atraerlos y que sigamos mirando. Nos pasa a los adultos, hay series que cuesta parar. Uno quiere seguir viendo capítulos, a veces veo el principio del siguiente capítulo y lo paro después. Pero todo eso que un adulto puede manejar mejor, aun reconociendo que también sufrimos un poco esta adicción, un chico mucho menos. Entonces ahí es donde está el problema. Se detectan muchos casos, incluso hay institutos para tratar a los jóvenes, que son presa de muchas cosas, porque está el problema del bullying a través de las redes, el tema del sometimiento a la aprobación ajena a través de los likes, tener que agradar, y un montón de cosas que produce mucho daño a la personalidad en edades tempranas. Hay que dosificar, desde el colegio, enseñarlo en la familia, el acceso a las tecnologías. 

—En PERFIL a cada uno de estos reportajes, para que la audiencia pueda comparar, se le agrega el cuestionario y luego las respuesta que daría el entrevistado según ChatGPT. Tengo entendido que le pediste a ChatGPT que escriba un poema sobre vos, ¿cómo salió?

—Salió maravilloso, no sé si a todos les dirá lo mismo el ChatGPT, queda bien con todos, pero la verdad es que me encantó el poema que me escribió. De hecho escribió dos en inglés porque es un amigo que se lo pidió, en el primero lo condicionó un poco porque dijo que le escribiera un poema a su querido amigo y poeta, y dio mi nombre, pero después simplemente le dijo que le dedique un poema a Alejandro Roemmers, y la verdad que me encantó. El poema denota que tiene mucho acceso a información de la persona porque sabía de mi escritura, de los contenidos de mi escritura, sabía de mi labor filantrópica, de un montón de cosas que surgen en ese poema. Además era un poema que denotaba gratitud, lo cual es increíble.

“Le ofrecí a Kodama que si había algo que yo tuviera y ella pensara que le pertenecía, que me lo dijera, y nunca me llamó”

—En 2021, en la disertación del Vaticano, dijiste que apadrinabas a cien chicos y donabas lo que necesitaran para sostener el espacio del padre Jorge Bender, ¿en qué tipo de obra te gusta ayudar, qué condición tienen que tener esos chicos? 

—Me parece que no soy nadie para juzgar a otro, ni juzgar méritos ajenos. Por eso cuando ayudo en general no tengo en cuenta el mérito, sino analizo si esa ayuda, a mi entender, le va a producir un bien a esa persona y no me pongo a hurgar en el pasado, si esa persona lo merece, no lo merece, si es buena o mala persona porque no me parece que nosotros tengamos que juzgarnos unos a otros. Lo que tenemos que hacer es ayudarnos. Por eso no te contesté lo del mérito, porque realmente no es algo que normalmente tengo en cuenta. Y para las ayudas, generalmente cuando me llega el pedido trato de responder de alguna manera, obviamente los pedidos son muchísimos y no se puede responder 100% en todo, pero por lo menos en el noventa y tanto por ciento de los casos contribuyo, poniéndolos en contacto con otras persona que también puedan ayudar, dándoles ideas, de un montón de formas, no solo económicamente, sino también a veces con otro tipo de ayudas. Ayudo mucho en fundaciones como Unicef, por ejemplo, con tema de chicos o a veces las obras de algunos franciscanos con el padre Bender. Hay otro sacerdote, el padre Doñoro, que ayuda en el Amazonas peruano, también chicos que rescata de mafias que trafican con órganos, o chicos que están moribundos porque no los pueden curar o no los pueden sostener las familias, y ha creado un hogar muy lindo, se llama Nazaret. Realmente es inconmensurable la cantidad de lugares, pero simplemente donde siento que puedo ayudar, lo hago. Ayer, por ejemplo, una monja que tiene un hogar donde van personas mayores enfermas de cáncer que ya no tienen familiares o que las familias no los pueden cuidar, hice una ayuda ahí. A veces para operaciones delicadas que se tienen que hacer en otros países, que las familias no pueden costear o que la obra social no costea. Realmente no tengo ningún parámetro específico, es lo que en el momento sienta que puedo contribuir, que puedo hacer un bien y no juzgo demasiado. Así que podría alguna vez ocurrir que ayude a personas que a lo mejor tengan antecedentes no muy buenos, o a lo mejor la ayuda mía no fue a dar exactamente lo que me habían dicho, puede ocurrir, pero en general creo que ha sido bien usado. Me siento bien por haber podido ayudar. 

—Tengo entendido que donaste, legaste o transferiste las acciones de tu empresa a tus hermanos y quería entender tu relación con la empresa y tus hermanos. 

—Es un tema confidencial, pero puedo decir que efectivamente, como no tengo descendientes de sangre, doné las acciones a mis hermanos y ellos fueron generosos en retribuir ese gesto. Sin embargo, sí mantuve el usufructo sobre las empresas del grupo que están en toda Latinoamérica. Los tres hermanos tenemos la decisión sobre el grupo empresarial, no me desvinculé absolutamente de la actividad, sino que a través del trust fijamos los lineamientos futuros del grupo empresarial.

—¿Cómo es tu relación con la cultura, la política, la economía y el futuro de la Argentina?

—Hace siete años me fui a residir al exterior porque realmente me era más cómodo por todas mis actividades, asentarme en Europa. Pero viajo un poco por todo el mundo y Argentina es y siempre va a ser mi querido país. Tengo el pasaporte argentino y paso algunas semanas en Argentina porque me gusta mucho. Tengo amigos, algunas propiedades, también un campo que lo quiero muchísimo en la provincia de Córdoba, siempre me gusta volver. Mi mamá pasa bastante tiempo en Argentina, así que obviamente voy para visitarla, aunque ella también viaja y ahora, por ejemplo, la tengo acá en Europa conmigo. También quiero mucho al Uruguay, tengo casa allí y estoy bastante tiempo, son como nuestros hermanos rioplatenses. Me siento muy latinoamericano. Muchas veces presento libros, incluso en México, y siempre hablo de la hermandad latinoamericana. Si bien en mi concepto franciscano todos los seres humanos somos hermanos, y así lo planteo siempre. Los latinoamericanos somos los hermanitos más cercanos, tenemos que empezar por unirnos nosotros y después abrirnos al resto del mundo.

—Contame un poco del abrazo al Vaticano que hiciste recientemente.

—Fue una iniciativa, con este dolor que nos producen todas las guerras en principio. Pero en el caso de Ucrania me tocaba también un poco más por estar no solo más cerca de Europa, sino que realmente, tenemos alguna persona en el grupo de amigos relacionada con Ucrania y tenía ganas de hacer algo por la paz. Entonces, justo como tenía previsto, reunirme con nuestro querido papa Francisco, le planteaba a él qué se podría hacer. Yo decía, habría que hacer un abrazo, porque no hay ningún joven que quiera la guerra, todos quieren paz. Y esta encíclica, Fratelli Tutti, con ese espíritu franciscano de todos somos hermanos, dije por qué no hacer un gran abrazo acá en la Plaza de San Pedro, jóvenes de todo el mundo, que la camiseta diga: “Todos somos hermanos”. Él dijo: “Qué bueno, qué linda idea”, entonces le empezamos a dar un poco de forma. El cardenal de Gambetti tomó el tema y finalmente se pudo plasmar invitando a través de todas las embajadas acreditadas en el Vaticano. Todos los países respondieron, enviaron jóvenes y se produjo ese gran abrazo, que lamentablemente, unos días antes tuvo que ser intervenido el Papa, no pudo estar presente ese día, pero sí participó, lo vio en la televisión y me escribió una carta muy linda. Quedó contento de lo que se hizo y de este gesto, además lo acompañaron 33 premios Nobel por la Paz. Se hizo una cena la noche antes en el Museo Vaticano, que yo compartí y se reunieron esa mañana para hacer un escrito que después leyó (Muhammad) Yunus, yo leí algo que había escrito y, nos dimos la mano con todos estos jóvenes. Hubo coros, artistas reconocidos que participaron, no solo Andrea Bocelli, incluso bailarines. Fue una celebración muy linda que se hizo, se emitió para el mundo, queriendo mostrar que las nuevas generaciones quieren un mundo de paz, que no tiene sentido la guerra, es algo totalmente anacrónico, fuera de época. Es algo que no tendría razón de existir en un mundo donde ya existe una inteligencia artificial. Me gustaría ver qué es lo que dice la inteligencia artificial sobre la guerra, pero seguramente dirá que es una estupidez propia de seres de consciencia inferior. Tenemos que pasar a un mundo donde todos colaboremos en vez de competir, busquemos el bien común para toda la humanidad. Estamos todos en esta pequeña barca azul que es el planeta Tierra que navega en el espacio, y no unirnos solamente frente a una desgracia como puede ser una pandemia, sino que estemos unidos para colaborar en todos los aspectos posibles, no solo el calentamiento del clima, sino cómo poder explotar mejor los recursos, cómo poder hacer los países o los continentes más postergados puedan tener más oportunidades. Compartir las tecnologías, las grandes potencias hoy, Rusia y China tendrían que estar colaborando en todos los aspectos y no mirándose con recelo y tratando de ponerse trabas uno a otro y palos en la rueda, sino tratar de ir por el bien común. Eso requiere de mucho diálogo, organismos internacionales. Ahora justamente le he propuesto a personas que conozco en Naciones Unidas, hacer un abrazo en las Naciones Unidas, entre todos los representantes de los países del mundo. Cuando se haga la próxima apertura de sesiones, hacer un gran abrazo por la paz que tiene que ser el principio, no solo quedarnos en la paz, pero por lo menos empecemos con la paz y después veamos cuáles son todas las formas que tenemos de colaborar unos con otros. 

“No soy nadie para para juzgar a otro, ni juzgar méritos ajenos, cuando ayudo en general no tengo en cuenta el mérito”

—¿En qué estás trabajando y cómo sigue tu producción futura?

—Estoy tratando de terminar una novela que está basada también en hechos reales, y me permite volcar todo el conocimiento de la historia de Europa, viajé mucho por Europa y también un poco mi amor por la música. Entonces traté de reunir todo eso, pero también con un trasfondo de una trama policial, que tomé justamente de las noticias. Así que espero que dentro de algunos meses pueda terminarla. También estamos viendo de llevar alguno de los dos musicales, tanto Franciscus como Regreso a la Patagonia, a otros países. Por otra parte, también una editorial me ha propuesto editar un libro de poemas libres, míos, en España. Tengo editado un muy lindo libro de sonetos, Los sonetos del amor entero, pero no sobre poesía libre. También mi agente literario me ha convencido esta vez y empecé a pensarlo ya, de escribir una continuación sobre El regreso del joven príncipe. Esto también está en marcha, por lo menos en mi cabeza, que es lo más importante. Cuando uno ya sabe lo que quiere lograr o escribir, es más fácil. Después llevar este tema del abrazo a otros lugares, creo que la Fundación Fratelli Tutti, creada por el papa Francisco, que es la que organizó y coordinó este abrazo en la Plaza de San Pedro, tomando también el abrazo que yo ya había hecho en Asís, cuando me otorgaron el premio San Francisco de Asís. Con ellos podemos también hacer alguna cosa en colaboración. Series también, estamos en este momento trabajando en alguna serie más y en una película de hechos reales ocurridos en Argentina, y hay una relación con el papa Francisco. No es algo donde ha sido protagonista directo, pero indirectamente la fundación de él se relaciona con esos hechos, creo que puede ser una película interesante. Estamos bastante avanzados en el guion ya, sería una coproducción entre España y Argentina. Creo que más o menos estos son, pero todo el tiempo surgen otras cosas, hay muchas ideas.

 

Un ejercicio con ChatGPT

Mediante este código QR el lector podrá encontrar en la página web de Perfil.com una versión alternativa a la entrevista  de Jorge Fontevecchia al escritor Alejandro Roemmers, escritor y nieto del fundador del laboratorio Roemmers, con la particularidad de que fue producida y respondida con inteligencia artificial.

Le pedimos al ChatGPT: ¿Qué le preguntarías a Alejandro Roemmers si pudieras entrevistarlo?

ChatGPT elaboró un cuestionario de ocho preguntas para Roemmers, en las que se interesó por el método creativo que emplea para su producción literaria, la importancia de la poesía en su vida y la manera en que ese género puede influir en el mundo actual. También indagó sobre la tradición de su familia en la industria farmacéutica y cómo ha influido esa herencia en su carrera como escritor. Finalmente se interesó por su compromiso social a partir de su involucramiento en proyectos filantrópicos.  

Luego le preguntamos a la IA cómo cree que respondería Roemmers a cada una de las preguntas formuladas. También lo hizo.

En este enlace QR, el resultado de este ejercicio con inteligencia artificial. 

Producción: Melody Acosta Rizza y Sol Bacigalupo.


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