Asomarse al mundo de Morir lo necesario es meterse de lleno en el mundillo de las drogas, los dramas familiares que se entrelazan como consecuencia de ese turbio mundo, los modernos policiales vertiginosos pero, por sobre todo, a una prosa entretenida, actual y tan fluida que el libro se lee sin poder dejarlo un momento.
Roemmers construye, con inteligencia, una trama que dibuja nuestra sociedad actual con maestría y logra que nos identifiquemos con alguno de los personajes. Son tan queribles que, aún los más retorcidos, son dignos de piedad por ser producto de lo que vivimos en este país todos los días.
Todas las problemáticas son abordadas desde la comprensión: el consumo, el tráfico, las desigualdades sociales, los problemas familiares, las elecciones sexuales, la seguridad nacional y los negociados de las grandes empresas mezclados con los intereses políticos de algunas organizaciones o personas.
Todo es tan desenfrenado y tan irrespetuosamente actual, que nuestras emociones van a fluctuar entre el odio y el amor, entre lo moral y lo inmoral, entre lo lícito y lo ilícito y, sobre al final, las resoluciones se apiada de los condenados y los expían (o nos expían) de las culpas de nuestra conciencia.
Los personajes van creciendo poco a poco y se convierten en engranajes tan perfectos, tanto emocional como lingüísticamente, que uno no se imagina hasta donde llegarán. ¡ Y vaya que llegan lejos!
Mauricio, Facundo y Miguel se entrelazan en la investigación del Detective Fernández hasta involucrarse tanto que lo obligarán a tomar decisiones muy personales.
MORIR lo necesario es una novela tan bien armada desde la historia hasta la construcción de personajes, con sus formas de hablar y pensar, y la elección de la sintaxis que, desde el comienzo, mantiene el ritmo de intriga y la acrecienta en cada capítulo. El Epílogo es para leerlo dos veces ya que nos revierte muchos de los sentimientos que vivimos (y sufrimos) en toda la trama.
Roemmers escribe no sólo para entretener sino también, para retratar la sociedad que nos toca vivir.