“Alejandro Guillermo Roemmers transita en el espacio-tiempo que él mismo asume, y lo hace sin vanas grandilocuencias ni hermetismos inútiles. Su poesía -tanto en la exigencia del soneto como en la libertad formal y conceptual -toma el problema de la esencia y la existencia planteado en el primer trabajo, y lo despliega en las perspectivas del amor, de la poesía (buscando una inasible definición), en la música (“El piano”), en los sueños, en la naturaleza y en distintos panoramas tan íntimos como compatibles.
Los recursos de sus códigos personales, en efecto, están a disposición de cualquier lector sensible para quien, sin duda, todo “afuera” converge hacia un “adentro” multidireccional: del yo al tú y visceversa, del yo y el tú al nosotros, y viceversa.
No busquemos aquí originalidades estridentes ni intentos de asombrar con hallazgos exóticos: Alejandro Guillermo Roemmers prefiere un lirismo prístino, tan claro como conmovedor. Tan de todos que nadie puede ignorarlo. Desde la palabra de un tío, y padrino emocionado (“Cosas de tío”) hasta el canto del viajero que nos habita (“Windcatcher”), hallamos aquí ecos de nuestra conciencia que quizá no hemos sabido expresar individualmente.”
Otra vez Castilla. Otra vez tu reto austero, el golpe seco de meseta, doblegando mis modos veraniegos. Otra vez la inmensidad, ralea desnuda hasta la sierra, cautivando mi agreste soledad. Y otra vez por tu nobleza del vano letargo me rescatas. ¡Ay, Castilla, quien te nombra, reza!